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Iniciativa ciudadana

Iniciativa ciudadana

lunes 07 de julio de 2008, 04:27h

Por los motivos que fuere -no toca hoy examinarlos- los dirigentes políticos se hallan paralizados ante la inexorable y creciente proximidad de una cita electoral que incrementará la frustración, la incertidumbre y la crispación, antes que proporcionar una sola solución. Lo saben casi todos en el Gobierno, porque entienden que es irremediablemente aventurero apostar sin que exista la mínima esperanza de reeditar el caudal de votos, no ya de 2005, si no de julio de 2006, ni anular los puntos anotados por las autonomías regionales; lo entienden los opositores menos exaltados quienes saben que el ascenso de la violencia no tendrá triunfadores. Al mismo tiempo que el revocatorio es tan frágil que se desmoronaría con el repliegue de uno solo de los componentes de la CNE, parece tan inevitable por la ruta que ha ido construyendo la polarización.

Ante la ausencia efectiva de los designados para resolver problemas se impone que desde la sociedad se den pasos que expresen su maciza decisión de abrir cauce a soluciones pacíficas, legales y democráticas. Digamos así, en vía de ensayo, que los alcaldes con representantes corporativos de las ciudades y el campo, cívicos y de las universidades elaboran una nómina para invitar a unas pocas personas para que deliberen y acuerden algunos puntos básicos de confluencia a plantear a los poderes públicos.

Menos de cincuenta personas, en el caso de esta hipótesis, en un número igual por Departamento, sin poder, investidura o fuerza, se darían cita en Cochabamba, como ciudad relativamente más cercana a todas las demás, para ensamblar los puntos de vista acordados departamentalmente, en una plataforma nacional única para destrabar la situación política. Puede tratarse, tómese sólo como ejemplo, una exigencia al Congreso para que cumpla tareas y responsabilidades mínimas como son la elección de Tribunos Constitucionales y de vocales de la Corte Electoral, de manera que el árbitro constitucional se pronuncie sobre el revocatorio y la vigencia de estatutos consultados en los referendos departamentales.

En una situación donde se pretenden exhibir “legitimidades” que se excluyen mutuamente, bien vale la pena hacer un esfuerzo colectivo para simplemente canalizar la voz, que los sectarios intereses prevalecientes hoy acallan, y que diga su palabra, sin mayores pretensiones que darle espacio a la insoslayable negociación que debe llevar a la reforma estatal y al acuerdo de una nueva Constitución.

El tiempo es breve, el escepticismo enorme, las presiones insostenibles. Pero, si, contra todas las adversidades, de una o muchas maneras, encontramos el camino para unificar una expresión que haga saber a los decisores nacionales, prefecturales y todos los que se quiera, que no apoyamos ningún apresto bélico, ni más vueltas y confusiones, estaremos haciendo algo más que un acto simbólico. Estaremos dejando sentado que no somos ni seremos testigos mudos y resignados de la gestación de catástrofes que costará demasiado remediar y que sería imperdonable permitir que prosperen.

La forma, la secuencia, los participantes, todo debe considerarse con la mayor amplitud y tolerancia, partiendo de una coincidencia elemental que no hay en este momento árbitros o mediadores habilitados que puedan asumir lo que nos compete a todos. Si alguien creyese que esto es inalcanzable, será suficiente que mire lo que ha ocurrido en los últimos años para que pueda reconocer que han sido estas iniciativas las que despejaron las mayores amenazas y abrieron las mejores oportunidades.

* Analista político y catedrático

 

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