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Una tragedia griega ambientada (o disfrazada, según se mire) en el romanticismo más genuino

martes 15 de julio de 2008, 13:13h
Ayer fui al ensayo general de Idomeneo (una ópera de Mozart) en el teatro Real. Yo me pirro por las frivolidades porque, entre otras cosas no dan quebraderos de cabeza. Pero, de vez en cuando, me gusta hacer como que me mola la cultura, hago un esfuerzo y acudo a conciertos de música clásica, voy a la ópera, visito museos…No muchas veces al año que una tiene su prestigio adquirido como canapera, pero alguna sí.
Al ser un ensayo general no se ven caras conocidas (otra cosa sería el estreno que ahí sí que tengo que colarme un día, sobre todo si va doña Leti). Otra de las particularidades del ensayo general es que los cantantes pueden cantar a voz…o no. Pero lo cierto es que siempre lo hacen (quedaría pelín cutre el playback en el Real). Y la mejor de las particularidades es que, al ser una jornada más de trabajo, el director de escena puede parar el espectáculo cuando lo requiera. De las veinte veces que habré ido en los últimos cinco años sólo ha sucedido una vez y la verdad es que me encantaría que pasara más veces, pero no, son demasiado profesionales para equivocarse.

Idomeneo es una de las veintidós óperas que compuso el genial maestro. Lo hizo (como siempre) por encargo en 1780. Basada en el libreto de Giambattista Varesco, parte de la mitología griega para construir un drama en el que los personajes viven el intenso conflicto entre el amor y la promesa hecha a los dioses (vaya, igualito que ahora). Les adelanto el final: acaba bien. Lo que quiere decir, según lo que yo recuerdo de mis estudios, que no es una tragedia.

Probablemente esta puesta en escena sea de las más geniales que ha tenido en Real esta temporada, no en vano es una coproducción con la Scala de Milán y la Ópera de París.

Yo no soy una experta en ópera, bueno, en realidad no soy experta en nada, pero claro, tú lees de qué va la ópera, ves que se desarrolla en la Antigua Grecia, y te imaginas una escenografía que recrea la acrópolis de Atenas, o los templos de Micenas y en su lugar te encuentras un espacio diáfano que parece haber sido pensado por un seguidor de la Bauhaus. Eso por no hablar del vestuario que pudiendo hacer todo un despliegue de ropa ideal de la muerte (recuerden las grandes películas de Hollywood) van y los visten como si fuera la Casa de Bernarda Alba (el pueblo). Todo muy tétrico, muy oscuro. Los grandes protagonistas masculinos de la ópera, Idomeneo y su hijo Idamante en su vestuario recuerdan un cuadro de Turner que bonito es, y romántico también, pero, insisto, muy oscuro. Es la manía que tienen ahora los escenógrafos. Parece que está todo inventado y ya no saben qué pensar. Ah y por no hablar de un carcelero (el de Ilia, la heroína) que lo sacan vestido de verde. Vamos que casi me da un pasmo y por un momento pensé que estaba viendo una película del Lute, camina o revienta. En fin que todo muy bonito, todo muy precioso y que vayan ustedes que lo disfrutarán. Se estrena el día 17 y estará hasta el 27. es la última ópera de la temporada. Así que, aprovechen.
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