El equipo de Juande Ramos, segundo en el campeonato doméstico, evidenció una vez más que ya no despliega sus velas con la fuerza de antaño. En esta ocasión, un Betis mermado por su delicada situación en la tabla clasificatoria y con nuevos 'experimentos' en su alineación, los nuevos Ilic y Caffa entre los titulares, fue freno suficiente para los hispalenses, intratables en su estadio durante la primera vuelta, a excepción de la derrota sufrida ante el Real Mallorca.
Un derbi de excelencia en lo ambiental, con un escenario repleto y dos hinchadas animosas, pero pobre en lo futbolístico porque el Sevilla nunca encontró la idea de juego que le ha catapultado a la zona noble del fútbol español y el Betis ejecutó de manera envidiable su sistema defensivo.
El Betis, impecable en defensa
Ambos equipos cumplieron con el rol que se les presupone. Los locales ostraron más intención ofensiva, y el Betis reculó lo necesario para observar el avance de las huestes de Juande Ramos y oponerse con solvencia. Juanito y Melli, el primero uno de los habituales en la selección española y que terminó lesionado, se manejaron con suficiencia en el eje de la zaga y el Sevilla no encontró a su habitual referencia, Kanouté, bien fijado por los centrales béticos.
El cuadro hispalense además se vio taponado en las bandas. Alves, irregular, y Navas y Adriano, frenados, y es que el Betis aplicó a la perfección las premisas que Luis Fernández había determinado en los vídeos de preparación del partido.
Los verdiblancos solventaron los escasos argumentos ofensivos locales y además en el primer acto sí mostraron inquietud por acercarse a la meta de Palop. Dani, en su habitual papel de 'peleón', y la incorporación de los medios, del debutante Caffa o Assunçao, sirvieron al Betis para mostrar que su apuesta no era únicamente defensiva.
Pero ni unos ni otros lograron transmitir emoción alguna sobre el tapete del Pizjuán y tampoco el paso por los vestuarios resolvió nada en este aspecto. El Sevilla se adueñó aún más del partido, y Luis Fernández salió perdiendo con los cambios porque Robert y Sobis no ofrecieron nada mejor que el trabajo de Dani en el inicio.
De este modo, el encuentro fue empantanándose en la nada futbolística, sin la aparición de los porteros, y con una grada cada vez más desilusionada por el pobre espectáculo ofrecido. Así, los intentos del Sevilla no se tradujeron en ocasiones y el Betis terminó cerrando filas para jugárselo todo a una carta bajo el amparo de su público.
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