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¿Estamos en crisis?

¿Estamos en crisis?

miércoles 13 de agosto de 2008, 00:08h
Los chilenos vivimos hoy en una especie de casa de espejos.  Las imágenes se repiten, se distorsionan. Saltamos de una a otra, desde lo bello a lo grotesco. Si tratamos de seguir las sutiles insinuaciones de este calidoscopio monstruoso, nos encontramos con caras deformadas, con semblantes agrios, con miradas hoscas. Y nuevas imágenes apocalípticas llenan el aire enrarecido de este pequeño espacio que, entre nubes de polución, repite la palabra crisis.

Todo es una impostura.  No hay paranoia ni desórdenes mentales graves.  Aunque Chile exhiba uno de los mayores índices de enfermedades mentales en el planeta -depresiones incluidas-, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).  ¡Y era que no!

Como los reflejos sólo dependen de la luz, hoy estamos casi en un carnaval. Las elecciones atraen focos. Hasta fines del próximo año, las luces no se apagarán.  A prepararse, porque las distorsiones están y estarán a la orden del día.

Lo ilusorio lo abarca todo.  Desde las imágenes de los candidatos a alcaldes y concejales, hasta la situación de la economía nacional.  Dependiendo del espejo en que choque la luz, será lo que veremos.  Todo distorsionado.  El viernes pasado, el vespertino La Segunda tituló, en su primera página: “Ganancias de Codelco caen US$ 562 millones”.  Básicamente, no mentía.  Pero había una pequeña distorsión.  Primero ¿en comparación con qué?  Con el primer semestre del año anterior  ¿Son comparables las condiciones internas e internacionales? Y, más importante aún, quedaba relegado a un epígrafe minúsculo, el que las utilidades fueron de US$ 4.108 millones en el período.

Esta pequeña distorsión no sólo tiene un objetivo político. Claro, la noticia da para pensar que, a pesar del alto precio del cobre, la ineficiencia gubernamental hace que la estatal Codelco pierda dinero, que no pierde, en realidad. El segundo objetivo es económico y apunta a respaldar las intenciones privatizadoras de la derecha chilena.

Pero las cosas parecen haber llegado a un límite poco aconsejable para el barómetro económico. Desde hace algunas semanas, dirigentes empresariales han salido al ruedo con palabras tranquilizadoras. Como la desconfianza de los ciudadanos se empezaba a sentir y las ventas en el sector inmobiliario bajaban, había que disminuir la tensión.  Sobre todo que lo que se veía no eran sólo los mensajes catastrofistas de los medios de comunicación, sino una palpable inflación, que en la actualidad llega al 9,5% en los últimos doce meses.

Parece que alguien con cierta sensibilidad captó que era preferible no exacerbar las cosas.  No fuera que la distorsión terminara por quebrar los espejos.  Y eso, mal que mal, sería un pésimo negocio. Podría afectar la imagen país y detener las inversiones extranjeras, que hasta ahora están en niveles casi históricos. Desgraciadamente, nada indica que la nueva mirada haya sido impulsada por una actitud reflexiva en defensa del país. Son sólo intereses sectoriales, como los que llevan a desacreditar a la principal empresa estatal para poder comprarla en la bolsa. Hasta ahora, la presidenta Bachelet ha sido categórica: Durante su mandato Codelco no se privatiza, aunque se introducirán cambios en el gobierno corporativo para hacerla más ágil y eliminar trabas burocráticas. El líder de la oposición, el empresario Sebastián Piñera, en cambio, ha anunciado que de ganar en la elección presidencial del año próximo, Codelco irá a la Bolsa.

Como el Gobierno no cuenta con medios propios o aliados de cobertura masiva, su voz a menudo se escucha también distorsionada o no se escucha.  Por lo tanto, hay que esperar que la oposición cambie el área de demolición, para que la población pueda enterarse -si la farándula lo permite- de lo que ocurre en realidad.

Las cifras indicarían que en términos macro, la economía chilena goza de buena salud.  No está en crisis ni hay bonanza. Cierto es que transita en un escenario difícil.  La desaceleración de la economía mundial golpeará de algún modo.  Al igual que los factores externos que traen inflación. Pero hasta ahora el nivel de desempleo no llega a niveles críticos y se calcula que este año el fisco recaudará, sin considerar los ingresos mineros, entre US$ 12.000 millones y US$ 15.000 millones.

Los problemas reales se ven en la micro economía.  En la situación diaria de cada chileno que no juega en la bolsa ni maneja los espejos. Y allí la apretada del cinturón puede ser dolorosa. Los salarios escasamente le permitirán, en el mejor de los casos  y a futuro, recuperar la depreciación inflacionaria. Pero eso, en términos precisos, jamás ha sido considerado una crisis.  Es un malestar que se soporta con caras deformadas, semblante agrio y miradas hoscas.

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Wilson Tapia Villalobos
Periodista
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