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¿Quién dijo crisis?

viernes 15 de agosto de 2008, 17:02h

"¿Pero cómo se pueden pagar esos precios?", se preguntaban algunos, en los últimos años, ante el escandaloso y disparatado precio de las viviendas, y pese a que éstas se vendían, al parecer, como churros, la respuesta era tan obvia como inevitablemente absurda: No se podía. En efecto; nadie podía pagar esos precios por vivir bajo techo, es decir, nadie que ganara veinte o treinta mil euros al año, que es lo que suele ingresar el común de las familias españolas como producto del trabajo, podía comprar un piso de, por ejemplo, trescientos o cuatrocientos mil, pero como quiera que la lógica y el sentido común nunca han alcanzado a neutralizar los fenómenos de fascinación colectiva, por no decir de histeria colectiva, ocurría que la gente compraba pisos sin poder porque, de una parte, los bancos no sólo le prestaban, sino que casi le obligaban a solicitar un crédito, y de otra, porque se le convenció de que así, endeudándose hasta las cejas de por vida, estaban haciendo un negocio extraordinario.

Lamentablemente, o afortunadamente, el efecto de la hipnosis se ha desvanecido, el sueño, la pesadilla más bien, se ha acabado, y no es que al despertar nos hayamos encontrado pobres, sino que lo hemos sido siempre y no se nos ocurrió mejor manera de ignorarlo que echándonos a dormir, bien que mientras las letras del piso, del coche, de las vacaciones o de la comunión de la niña se iban acumulando a los pies de la cama.

Todo eso lo sabe ya hasta el más tonto, hasta el gobierno lo sabe, pero ahora que la clase media que se había metido a especuladora inmobiliaria se come sus pisitos con patatas, y a menudo sin patatas, que la baja, o sea, la que siempre fue baja pero le convencieron de que no, se encuentra en manos de la moderna usura, que los inmigrantes se han quedado sin suelo bajo los pies, que los matrimonios rotos por el verano ya no pueden divorciarse en el juzgado y se separan de hecho porque los bancos, que eran los que mandaban en ellos, no amplían la hipoteca o el crédito del que se queda con el momio, ahora, en fin, que los autónomos se dan de baja en la Seguridad Social... ahora que hemos despertado se nos ocurren, al parecer, dos grandes soluciones: o beber para olvidar o echarnos de nuevo, sólo que ésta vez insomnes, a dormir.

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