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V. Gijón

Crisis y pesimismo

Crisis y pesimismo

miércoles 20 de agosto de 2008, 15:32h
Primero se alarma y luego se dice que no hay que alarmar. Me alegro que los catastrofistas se avengan a reconocer que junto a los datos objetivos de la crisis están, con no menos fuerza, los subjetivos.
Primero se alarma y luego se dice que no hay que alarmar. Me alegro que los catastrofistas se avengan a reconocer que junto a los datos objetivos de la crisis están, con no menos fuerza, los subjetivos. Ejercer de pesimista no mejora las posibilidades de salir de la crisis, si bien ignorar ésta, con los hechos, importando menos las palabras, tampoco es la solución. Los que se despachan todos los días en primera página y a cuatro columnas con datos económicos negativos, reconocen luego, aunque sea en letra pequeña, que no todo es negro-negro. Tomemos, por ejemplo, el dato de la desaceleración económica de Cantabria que se recoge en el boletín que Gobierno regional y Banco Santander editan de forma conjunta. Un crecimiento del 1,6 del PIB, como proyección para final del año, es una mala noticia. Pero en esa misma información había algunos datos esperanzadores para el futuro de Cantabria. Por ejemplo, la fortaleza del sector industrial, la solidez del mercado de trabajo o el crecimiento de la actividad en puerto y aeropuerto. De lo primero, la mala noticia, se informó a bombo y platillo. Lo segundo, las buenas noticias, dan, al parecer, sólo para un ‘petit’ editorial. En manos del Gobierno regional, que tiene no mucho margen de maniobra para afrontar la crisis, si está un resorte fundamental para afrontar la crisis: generar confianza en empresarios, sindicatos y opinión pública. Incentivar un estado de ánimo más positivo a la hora de afrontar la actual situación no soluciona los problemas, pero al menos no los agrava. Creo que los medios de comunicación podemos y debemos jugar un papel importante a la hora de colaborar en crear ese marco de confianza. También los partidos políticos. Rehuyendo, por ejemplo, la tentación de hacer del mal de muchos (la crisis) consuelo político de pocos (la oposición). El PP ha sustituido el terrorismo, la ruptura de España, el matrimonio entre homosexuales, la Ley de la Memoria Histórica o la Educación para la Ciudadanía, palancas utilizadas en la pasada legislatura para intentar ganar las elecciones (las perdieron, no lo olvide), por denunciar una situación económica que, en su opinión, el Gobierno de Zapatero no sabe ni puede gestionar por lo que tendría que dimitir y convocar anticipadamente a las urnas. Es decir, más de los mismo. La misma música, pero con otra letra. Y es que hay una derecha a la que únicamente le sirven las elecciones cuando las gana.
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