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Pero Cuba ya no es la misma

Pocas reformas en el primer semestre de Raúl Castro

Pocas reformas en el primer semestre de Raúl Castro

sábado 23 de agosto de 2008, 21:01h

Este domingo termina el primer semestre de Raúl Castro como presidente titular de Cuba, periodo con más expectativas de cambio que reformas concretas del sistema que cumple 50 años en enero próximo, pero muchos "cubanólogos" coinciden en que el país ya no es el mismo.

Analistas y diplomáticos apuntan que hay un cambio real: Fidel Castro ya no es presidente, pero aclaran que se debe a la enfermedad que padece desde 2006 y no a una voluntad política reformista.

Fidel Castro ya no controla personalmente el día a día de cada cubano, como en los 49 años y 55 días en los que tuvo todo el poder.

A sus 82 años, es aún líder indiscutido de la revolución y primer secretario del Partido Comunista, e influye mucho -algunos dicen que demasiado- en el Gobierno, pero su salud le hurta el ejercicio cotidiano del mando, agregan los "cubanólogos" consultados por Efe.

A falta de certezas, proliferan rumores encontrados sobre la dimensión de su influencia:

Unos afirman que Raúl Castro hace lo que dicta desde la cama el octogenario; otros juran que Fidel está ya "out"; algunos dicen que es incapaz de tener las riendas, pero que su hermano y los demás dirigentes le tienen tanto respeto y temor que no se atreven a hacer nada que pudiera disgustarle.

El general Raúl Castro, de 77 años, reitera que Fidel es todavía el líder y que le consulta decisiones y discursos.

Un veterano analista dijo a Efe que "habrá que esperar" para ver si Raúl cumple sus promesas de cambio, ya que medio año es poco para un régimen de medio siglo.

Además, añadió, no hay quien presione al general, porque la oposición interna es casi irrelevante y la mayoría de los cubanos están más pendientes de sus agobios económicas cotidianos que de exigir cambios políticos.

Así lo corroboró una encuesta que realizó en Cuba bajo cuerda el Instituto Internacional Republicano en marzo y abril pasados.

Según ese Instituto vinculado al Partido Republicano de EEUU, para más de la mitad de los entrevistados los problemas económicos son la mayor preocupación y menos del 10 por ciento mencionó la falta de libertades políticas.

Las expectativas reformistas fueron alentadas por el mismo Raúl Castro, que prometió "cambios estructurales" y eliminar el "exceso de prohibiciones", aunque recientemente frenó ese rumbo y pidió a los cubanos no "acostumbrarse" a recibir solo noticias buenas.

En su toma de posesión anunció que "en las próximas semanas" comenzaría "a eliminar las (prohibiciones) más sencillas".

Pero advirtió que "la supresión de otras" tomará más tiempo, porque "requieren un estudio integral y cambios en determinadas normativas jurídicas", sin detallar qué deberá esperar, ni cuánto.

Poco después comenzó un goteo de reformas que, aunque mantuvo el sistema, ilusionó a muchos cubanos.

Ya podían comprar celulares, lectores de vídeo o computadores sin cometer delito, o alojarse en hoteles antes exclusivos para extranjeros... si tienen divisas, porque esos lujos no están al alcance del cubano medio, con un sueldo mensual de 17 dólares.

Incluso el economista disidente Oscar Espinosa Chepe calificó entonces de "racionales" y "positivas" las liberalizaciones, aunque anotó sus "limitaciones".

También se anunciaron reformas en el campo, para entregar tierras en usufructo a quien quiera trabajarlas, para paliar los altos precios internacionales de los alimentos.

Una situación agravada por los bandazos ideológico-agropecuarios de las últimas décadas, que mantienen ociosa la mayor parte de la superficie cultivable de la isla y la llevan a importar más del 80 por ciento de los alimentos que consume.

Están pendientes otras reformas que muchos esperaban, como la libertad de salir de Cuba sin permiso o la reducción de la administración estatal.

Esos problemas preocupan al general, son difíciles de resolver y hay dudas de que pueda solucionarlos, pero no amenazan, por ahora, la estabilidad política del país, según diplomáticos y analistas.

El sociólogo cubano Haroldo Dilla Alfonso destacó en un artículo reciente que, pese a "muchas suposiciones apocalípticas, la retirada de Fidel Castro (...) no ha producido una desgarradura sentimental o política en la población".

"Al enarbolar la idea del cambio, Raúl colocó a su hermano (...) en el lado conservador del espectro", y lo ha relegado "a un discreto lugar alegórico", añadió.

Pero muchos cubanos de a pie creen imposible relegar al líder que encarnó al mismo tiempo el Gobierno y la oposición del país, como dijo el escritor colombiano García Márquez.

 

 

 

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