De lo que hay que hablar

Desde luego que es reprochable, desde todo punto de vista, que un presidente —sea del país que sea— no guarde la debida compostura y se exhiba con tremenda borrachera, como ésa, que supuestamente agarró el jefe del gobierno de los Estados Unidos.

Ni en éste ni en cualquier otro caso semejante, vale esgrimir ese emocional argumento basado en la sacrosanta “vida privada”. Ese fuero se queda en la antesala del despacho que se ocupa, una vez que cada magistrado jura cumplir la Constitución de su patria para poder asumir un cargo de cualquier jerarquía.

Un jefe de Estado, un ministro, un gobernador, un alcalde, un concejal, debe estar al tanto de la responsabilidad que entraña desempeñar esas posiciones públicas. Pero así como el Presidente de nuestro país le ha estrujado en la cara a Bush la fotografía en la que éste luce evidentemente pasado de tragos, no me extrañaría que en cualquier momento, algún emisario de la Casa Blanca, aparezca ante los medios internacionales mostrando las imágenes de Hugo Chávez mascando hojas de coca en plena Asamblea Nacional venezolana.

¡Qué grave, no! Pero a lo que quiero referirme es a la manera cómo se lanzan potes de humo con la idea de no tratar los temas que de verdad son de interés para todos los ciudadanos de este país, en donde matan diariamente a trabajadores del volante. En donde atracan a comerciantes —desde un humilde bodeguero hasta un encumbrado empresario—, un país en donde corre la cañandonga y la droga, de arriba para abajo, dejando secuelas de dolor en barrios y urbanizaciones de todos los pueblos.

No se habla de la bancarrota —en medallas— con la que retorna la delegación criolla, después de viajar en medio de una campaña publicitaria fastuosa. No se explica cuáles razones privan para que el Gobierno compre bancos y cementeras, mientras los hospitales siguen en crisis y las plantas físicas de las escuelas dan mucho de que hablar.

Se produce una hemorragia de decretos-leyes; se incrementan los precios de la comida; siguen sin resolverse los escandalosos hechos de corrupción y este Gobierno quiere entretenernos viendo la foto en la que aparece Bush pasado de palos. No presidente Chávez, eso no es lo más importante para los venezolanos que tienen una fotografía en su comunidad, pero en vivo, representada por la delincuencia que luce incontrolable por sus funcionarios —Ramón Rodríguez Chacín— quienes se empeñan en mentir descaradamente, cuando afirman que “las cifras con altos índices de inseguridad que se especulan, constituyen una maniobra de los medios para desacreditar la revolución”, ése como que también tiene una borrachera.

Antonio Ledezma
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*Abogado venezolano, político, candidato a Alcalde Metropolitano