Siete semanas al alza

   La bolsa española sigue imparable. El IBEX ha redondeado siete semanas consecutivas al alza y acaricia ya los 15.000 puntos. El viernes se produjo un nuevo récord con Santander y Gamesa como protagonistas de la jornada. Entre los más castigados estuvo Acciona. Los inversores parece que definitivamente tiran la toalla sobre las expectativas de la compañía de encontrar socios que le acompañen en el embarque de Endesa.

   Sin la percha del Gobierno y con una oferta de E.On a 38,75 euros todo apunta ya a una resolución de la OPA a Endesa con éxito para los alemanes. El apoyo de Endesa a la operación, cuyo consejo de administración valoró como aceptable la oferta después de estudiar el informe de los seis más prestigiosos bancos de negocios, quedó garantizado. Además, y por si acaso, ha ofrecido una prima de asistencia a la junta extraordinaria de accionistas del 20 de marzo de 15 céntinos por acción.

   En todo caso, el sector sigue caliente. Ahí está la guerrilla, que puede acabar en guerra entre Florentino Pérez y Sánchez Galán que aventura días de mucha tensión. Por supuesto, continúan las especulaciones sobre Bankinter, siempre con novios a la vista haciendo cola y con el segundo inversor acercándose cada día más a Jaime Botín tras la compra en los primeros días de febrero de nuevas acciones.

   Esta semana hay que anotar el repunte del petróleo que vuelve a estar en 60 dólares el barril y la decisión del BCE de mantener los tipos de interés. No obstante, el banco europeo ha dejado entrever y asi lo ha entendido el mercado que en marzo habrá una nueva subida del precio del dinero y que no le temblará la mano en el segundo semestre si la inflación se descontrola de producir nuevas alzas.

   Desde luego el euribor, la referencia mayoritaria de las hipotecas, está intratable y ya se sitúa en el 4,1 por ciento, su mayor nivel en cinco años. Las cosas se empiezan a poner peliagudas para los más endeudados y está en riesgo para los próximos meses su capacidad de compra, ya que los salarios no están ganando poder adquisitivo, más bien al contrario.

   El crecimiento de la economía sigue teniendo buena cara, pero detrás siguen impenitentes los mismos desequilibrios y ninguna medida se atisba en el horizonte para corregirlos. Ya no hay fuera del Gobierno quien no esté seriamente preocupado por la sostenibilidad de las tasa de crecimiento del PIB a medio plazo y el miedo a que pueda afectar al empleo. Lo más preocupante sigue siendo el elevado endeudamiento de los españoles, el tamaño de la burbuja inmobiliaria y la posibilidad de un estallido descontrolado.