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Zaplana, en el ojo del huracán

domingo 11 de febrero de 2007, 12:13h

   El PP ha puesto la venda antes de que aparezca la herida, según se señala en medios jurídicos. Con el alboroto organizado por la designación de Mariano Fernández Bermejo como nuevo titular de Justicia -que viene el coco- no han hecho otra cosa que alertar sobre sus propios miedos y temores, expresados en las reacciones que vienen teniendo ante la aparición de cada uno de los casos de corrupción urbanística que llegan a conocerse en distintos puntos del país. Es evidente que hay municipios de todos los colores alcanzados por la misma terrible enfermedad: la falta de las correspondientes autorizaciones y el desprecio a la normativa vigente en materia de planes de urbanismo. Si Marbella fue un ejemplo de toda clase de desmanes, y el juez encargado del caso lleva tiempo, y parece que aún le queda tarea, para acabar de completar un panorama tan abundante en irregularidades y corrupciones, algunos otros casos recientes, en Andratx como en Chiclana, en Mogán como en Terra Mítica, han aparecido, por virtud de fiscales y de jueces, otras manifestaciones de los mismos nefandos usos.

   Zaplana, por su condición  de alto jefe del PP, nada menos que portavoz en el Congreso del principal partido de la oposición, está siendo especialmente vigilado, y nadie parece poner la mano en el fuego por él. Ni siquiera Rajoy, a quien muy a menudo, desde su propio partido, se le ha recomendado privarse de su sospechosa colaboración. Asumen, en efecto, en el PP, que los dos primeros colaboradores de Rajoy, Zaplana y Acebes, tienen techos de cristal. El primero por su probable implicación en Terra Mítica. El segundo, como responsable máximo de la seguridad del Estado en los días en que los fanáticos islamistas urdieron y perpetraron el mayor atentado terrorista en la historia de España. Con tales precedentes, ¿qué autorizad tiene para criticar a nadie, si ni siquiera llegó a enterarse de los avisos y advertencias previas que le hicieron llegar sus servicios de información y fuerzas policiales, si tenía a varios de los autores de los crímenes en la nómina de confidentes o 'chivatos' de las fuerzas de seguridad del Estado?

   En el caso de Zaplana, hace unos días, la vicepresidenta De La Vega le lanzaba un temible venablo, al decirle que conoce uno a uno a cada uno de los jueces y fiscales de Valencia, Alicante y Castellón. Zaplana aparece en permanentes peleas con su sucesor en el cargo, Francesc Camps, y luchar con él en los asuntos que parecen propios de su Generalitat, como la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Pero sabe que tiene pendiente un asunto, una iniciativa personal que lleva colgada del cuelo desde hace un montón de años, llamada Terra  Mítica. Nos descubren cada día algún aspecto turbio más. Ahora se insinúa la existencia de comisiones que un contratista podría estar percibiendo con destino a Zaplana. Nos relatan pagos injustificados, sobrecostes ilegales. Y se cuenta sobre la existencia de múltiples firmas de la trama de Terra Mítica que ni siquiera existen.

   Parece evidente que se aproximan las elecciones municipales y autonómicas, en las que esta clase de escándalos habrán de pasar la correspondiente factura en cada lugar concreto. Incluidos aquellos en los que el partido gobernante pretende mantener al 'individuo ya tocado' o rozado por la irregularidad ya divulgada o a punto de serlo.

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