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¿Qué pinta el Che Guevara en el Congreso de Aguirre?

domingo 21 de septiembre de 2008, 16:21h
Esperanza Aguirre arrasó en el XIV Congreso del PP de Madrid: arrancó más apoyos que cuando llegó a la Presidencia regional del partido. Ha sido un gran éxito de la mandataria madrileña, quien atrajo a la flor y nata, pasada y presente,  del centro derecha, para ponerse como ejemplo de alternativa al PSOE gobernante, mostrarse dispuesta a trabajar para que las próximas elecciones generales las gane Mariano Rajoy, si no queda más remedio,  y defender, ante todos, su derecho a exponer en público qué le parece bien y qué la parece mal de lo que hace su partido.

Y a entrar al trapo ideológico de las propuestas de José Luis Rodríguez Zapatero. Recibió a cada uno de los líderes de su partido con música de  “Los 40 Principales”, pasando del himno del partido,  que lo reservó para Mariano. María Dolores de Cospedal y Ana Mato, primeras figuras del PP de Rajoy, trajeron lo halagos con los que  la dirección nacional regala ahora a  Esperanza, a la que pusieron como ejemplo de casi todo.

Francisco Álvarez Cascos y Rodrígo Rato, que no subieron al estrado, quizá, para no ser protagonistas directos de la hagiografía de la mandataria madrileña que parecían escribir todos los oradores, se llevaron muchos aplausos y ovaciones. El espíritu de  José María Aznar parecía presente en este Congreso que parecía de Aguirre y no sólo del PP.

Todos vinieron a arropar a la presidenta de la Comunidad de Madrid y ella, tan generosa como siempre, pensó en casi todos para rellenar su Ejecutiva. Metió a Manuel Pizarro, a Cayetana Álvarez de Toledo en los órganos directivo del PP. Compartirán mesa y mantel con los consejeros Ignacio González, Juan José Güemes y Francisco Granados, con el ex alcalde de la capital José María Álvarez del Manzano y con todos los veteranos del partido que ayudaron a crecer al PP. También incluyó a ediles del Ayuntamiento de Madrid, con su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, a la cabeza.

Aguirre se ve con ganas y autoridad para seguir dando guerra muchos años más.  Todo salió a las mil maravillas: las loas a la figura de Aguirre, maravillosas, y toda la caña a Zapatero, previsible y dentro del guión. Pero de pronto, alguien se pasó con su contribución  a la historia  divina de la presidente regional, a la que quiso santificar antes de tiempo.

El presidente de Nuevas Generaciones del PP de Madrid y diputado en el Asamblea de Madrid, Pablo Casado, se sintió iluminado y habló ex cátedra sobre la derecha y la izquierda, aportando poco más que insultos y muestras de estar poco documentado sobre los símbolos y problemas de los años en los que el Che Guevara fomentaba la lucha guerrillera contra los que guiaban los destinos de muchos países Latinoamericanos con el látigo en una mano y la hucha llena de dineros producto de robos  y abusos,  en la otra.

En un discurso encendido, el cachorro del PP, en un intento de agradar,  a golpe de lengüetazos ansiosos, esbozó su teoría sobre las revueltas juveniles  del siglo XX, sentenció que el Comandante Che Guevara era un asesino y tildó de “carcas” y “retrógrados” a sus seguidores.

Casado olvida que el mítico guerrillero argentino y cubano,  después de  entrar con Fidel Castro -convertido hoy en un dictadorzuelo- en la Cuba de Fulgencio Batista (el de los puticlubs y la corrupción, que murió en la España de Franco),  marchó a otras zonas del planeta para extender la lucha guerrillera y combatir las sangrientas dictaduras. Eran otros tiempos y la miseria, el hambre, las injusticias y los chulos gorilas  llenaban un continente en el que EEUU actuaba de gendarme.

Si Casado considera que soy un carca porque me vestí en otros tiempos con camisetas con el rostro del Che, quizá sea porque cree que lo progresista, en aquellos años, era estar con los Batista de turno o con los que enseñaron a los que se convirtieron en Videla, Pinochet o Somoza. Sobre el  Mayo del 68 y su descubrimiento de que lo guay fue la caída del Muro de Berlín, en 1989, este aprendiz de brujo debería conocer que muchos ciudadanos de izquierda, entre los que me cuento, sienten aprecio por esas dos fechas, abominan de todas las  dictaduras y vieron en el Che una imagen de lucha contra los amos del mundo y de rebeldía a toda costa. No hay que irse tan lejos para encontrar a quien llamar asesino.

España estuvo durante 40 años secuestrada por bandidos comandados por Francisco Franco –amigo de los dictadores que combatió el Che- y, en ese periodo, no podíamos acceder a información real sobre el exterior. La libertad era una quimera y desearla te metía en el sorteo de hostias y represión. Podía haber sido más imaginativo a la hora de decidir entre el 68 y el 89. Yo me habría decantado por el 69, más erótico y sensual, y además el número de veces que su santa presidenta ha comparecido, en lo que va de Legislatura, en los plenos de la Asamblea de Madrid para contestar a preguntas de la oposición.
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