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John McCain repite su victoria en New Hampshire

miércoles 09 de enero de 2008, 04:42h

El veterano senador republicano John McCain ganó este martes las elecciones primarias de su partido en Nuevo Hampshire, tal y como habían pronosticado las encuestas.

De esta manera, McCain ha conseguido repetir la victoria que logró en el año 2000, cuando sacó una diferencia de casi 20 puntos sobre su oponente, George W. Bush, que finalmente se alzó con la candidatura de su partido.

Con el 60% de los votos escrutados, John McCain obtuvo el apoyo del 37% de los votantes y consolida una gran distancia con el ex Gobernador de Massachussets Mitt Romney, que se coloca en segundo lugar con el 31%.

En tercer lugar se coloca, con el 11% de los votos, el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, quien no ha podido repetir el triunfo que logró en los "caucus" de su partido en Iowa la semana pasada.

Las mesas de votación cerraron a las 8:00 p.m hora local. Menos de una hora después, Mitt Romney y Mike Huckabee aceptaron su derrota frente a sus seguidores en sus respectivas sedes de New Hampshire.

Ambos precandidatos mostraron, sin embargo, un abierto optimismo y sentido del humor.

Romney hizo un recuento de todos las promesas que el actual gobierno de George Bush no ha cumplido, y después de mencionar una larga lista de decepciones, el republicano dijo a sus seguidores, "creo que empiezan a entender mi punto, ¿cierto?"

Por su parte, Huckabee se mostró optimista únicamente por el hecho de que hace unos meses muchos votantes "ni siquiera sabían que yo existía".

Pasado algunos minutos después de las 9:00 p.m, hora local, John McCain salió a saludar a sus seguidores y leyó un discurso que claramente había tenido tiempo de escribir sabiéndose ya el ganador de las primarias de New Hamphire.

El republicano agradeció profundamente al estado de New Hampshire por haberle otorgado nuevamente esta victoria y habló de sus planes de continuar la lucha contra los "enemigos de Estados Unidos", en una clara alusión al terrorismo islámico.

"Somos los constructores de la historia, no sus víctimas", dijo McCain, quien apoya la guerra de Irak y ha prometido que, de ser elegido presidente de Estados Unidos, reforzará la presencia militar en ese país. 

MacCain, senador por Arizona, espera poder revivir el sueño presidencial del año 2000, cuando ganó las primarias de New Hampshire, aunque después sus expectativas se truncaron al perder la candidatura republicana en favor de George W. Bush.

En una entrevista radiofónica, confesó que cuando perdió en favor de Bush lo pasó fatal. "Me comportaba como un bebé: Dormía ocho horas, me despertaba y lloraba. Dormía ocho horas, me despertaba y lloraba. Espero que este año no me ocurra lo mismo".

MacCain, héroe de guerra y político veterano

McCain, un ex militar de 71 años famoso por ser prisionero de guerra, es hijo y nieto de almirantes de la Marina. El senador por Arizona es un luchador nato a quien se le conoce por su sentido común y su carácter franco, que lo ha llevado a enfrentarse con su partido en temas como la tortura o la guerra de Irak.

En su biografía destacan los más de cinco años, tres de ellos incomunicado, que pasó en un campo de prisioneros de guerra de Vietnam en donde fue torturado e intentó suicidarse.

Fue apresado en octubre de 1967, a los 31 años, después de que su bombardero A-4 Skyhawk fuese derribado sobre Hanoi.

Le rescataron de un lago con los dos brazos rotos y una rodilla destrozada. Los vietnamitas le hubieran dejado morir si no hubieran comprobado que se trataba de un McCain.

El ahora senador ya había estado a punto de perecer unos meses antes cuando un misil alcanzó el portaaviones en el que viajaba y provocó un incendio en el que fallecieron 134 soldados.

Los norvietnamitas trataron de utilizarlo como arma de propaganda al enterarse de que era hijo de un almirante, pero McCain se negó a seguirles el juego. Sus insultos a los guardianes eran habituales, según aseguran los que coincidieron con él en Hoa Lo.

Su negativa a aceptar ser liberado antes que los presos que llevaban más tiempo que él en el campo de detención norvietnamita le valió el respeto y admiración de sus compañeros.

Recuperó la libertad en 1973, cuando regresó a EEUU en muletas y convertido en un héroe.

Le esperaba Carol Shepp, una ex modelo de Filadelfia con la que había contraído matrimonio antes de partir para Vietnam y de la que se divorció en 1980. La pareja tuvo un hijo.

Un mes después de separarse de Shepp se casó de nuevo, esta vez con la hija de un magnate cervecero de Phoenix (Arizona), Cindy Hensley, su actual esposa, con la que tiene cuatro hijos: Meghan, Jack, Jimmy y Bridget, esta última adoptada en Bangladesh.

Los recién casados se asentaron en Arizona, el estado en el que despegó la carrera política de McCain.

En 1982, un año después de dejar su puesto de director de enlace de la Marina con el Senado, obtuvo un escaño al Congreso como legislador por Arizona. Cuatro años más tarde fue elegido senador.

En el 2000 trató, sin éxito, de hacerse con la candidatura presidencial republicana.

Tras su derrota ante Bush, regresó al Senado como el republicano de mayor rango del Comité de Servicios Armados.

Durante los últimos años ha sido un firme defensor de la guerra en Irak, aunque no ha dudado en criticar a la Casa Blanca y al Pentágono por lo que ha calificado como mal manejo del conflicto.

Su disposición a enfrentarse a su partido volvió a quedar patente tras salir a la luz los escándalos de tortura por parte del ejército estadounidense en Irak y la prisión militar de Guantánamo (Cuba).

Conocedor de los abusos físicos en carne propia, denunció esas prácticas e impulsó una legislación para prohibir el trato inhumano a los sospechosos de terrorismo en custodia estadounidense.

Sus viejas heridas de guerra y las secuelas de la tortura, agravadas ahora por la artritis, hacen que cojee ligeramente.

Además, ha tenido tres episodios de melanoma, la forma más agresiva del cáncer de piel, que le ha dejado marcas en la mejilla izquierda.

"Tengo más cicatrices que Frankenstein", reconoció esta semana, a lo que añadió que esas marcas y sus arrugas no implican que sea demasiado viejo para gobernar, sino lo suficientemente sabio para vencer a rivales más jóvenes y menos curtidos como Barack Obama.

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