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Crítica de la película

'Blancanieves (Mirror, mirror)': Descendiente directa de 'La princesa prometida'

'Blancanieves (Mirror, mirror)': Descendiente directa de 'La princesa prometida'

jueves 22 de marzo de 2012, 11:14h
Lo que realmente llama la atención de la nueva versión del cuento de Blancanieves es que su modelo no ha sido el clásico de animación de Disney, sino 'La Princesa Prometida', aquella maravillosa película ochentera en la que Colombo le contaba a Kevin Arnold un cuento de una manera un tanto particular. 
La nueva 'Blancanieves' se decanta claramente por el humor, sin dejar de ser un cuento de princesas y príncipes azules. La película es respetuosa con el cuento de los hermanos Grimm pero sabe sacar punta de sus flecos y hacer bromas sobre sí misma. Ya desde el principio, con ese "Érase una vez" en la que la madrastra nos cuenta su particular visión del cuento, comprobamos que 'Blancanieves' se desliza con buen hacer por la senda de la ironía.

Casi todas las piezas del cuento funcionan a la perfección, su estilo visual de un rococó recargado, que no deja de ser un sentido homenaje al traje de cisne que se calzó Björk hace unos años en la entrega de los Oscar, sus referencias a los clásicos de aventuras de Erroll Flynn, que también podrían ser a la pelea entre Iñigo Montoya y Westley, la aparición de los enanitos al más puro estilo Circo del Sol o su final bollywoodiense son motivos más que suficientes para elevar por encima de la media a esta producción.

Pero si por algo destaca la película es por un trío de ases en el reparto, Julia Roberts, Armie Hammer y Nathan Lane. La ex novia de América disfruta como una niña con su papel de madrastra, sacando a relucir una vena cómica que llevaba demasiado tiempo olvidada. Hammer, cuyo grotesco maquillaje en 'J. Edgar' también daba risa, nos regala un príncipe azul descacharrante, o más bien, 'chanante'. Por último, Nathan Lane se saca de la manga el papel de su vida con el mayordomo de la madrastra. Junto a Roberts forma la pareja cómica del año.

Pero no todo es felicidad y alegría en el cuento, los nubarrones acechan y vienen con la forma de la propia Blancanieves. Lily Collins es lo más flojo de toda la película, es la suya una Blancanieves sosa y aburrida, un pecado mortal en una película como esta. Puede que no toda la culpa sea suya, los guionistas, tan hábiles con otros personajes, se han olvidado de regalarle alguna frase para el recuerdo pero su falta de carisma también es constatable. Es como si fuese la única a la que no le han comunicado que no están en un cuento Disney. Lo de Sean Bean también tiene su aquel, aparece sólo unos minutos, pero parece tan descolocado como Collins. Es como meter a sus personajes, Boromir de 'El Señor de los anillos' o Ned Stark de 'Juego de Tronos', en una película de Bollywood.

Eso sí, estos problemas no terminan de estropear una película que se confirma como una de las sorpresas del año. Puede que la buena sensación que deja sea por las bajas expectativas con las que se presentaba pero, aun así, nadie podrá negarle ser una fresca revisión de un cuento mil veces contado.

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