'Crazy Stupid Love': El cliché del amor

El conflicto de la película no deja de ser muy similar al de 'American Beauty' pero mientras en aquella su director, Sam Mendes, aplicaba el bisturí para desmontar mitos sobre el sueño americano, 'Crazy Stupid Love' se queda en la superficie. Aun así, sin llegar a profundizar, manteniéndose en la corteza del conflicto, el guión logra por lo menos que sus personajes resulten creíbles. El objetivo de los directores, Glenn Ficarra y John Requa, es que el espectador pase un buen rato y, sin muchas complicaciones, lo consiguen.

Claro que la dirección es floja y abusa en demasía de la banda sonora pero los actores logran compensarlo, en especial, Steve Carell en un papel que le sienta como un guante. El guión no deja de moverse por arenas movedizas, jugueteando con todos los clichés posibles de este tipo de películas, pero logra mantenerse a flote por el interés que se toma por sus personajes. Además del papel de Carell, que se lleva los mejores momentos, el resto de personajes importantes logran no sonar huecos.

El de Ryan Gosling parece el hermano guapo del Barney de 'Cómo conocí a vuestra madre' pero incluso en una caricatura tan exagerada como esta encontramos a veces alguna reacción propia de alguien de carne y hueso, aunque los suyos parezcan obra de Photoshop. Julianne Moore siempre cumple y aquí no iba a ser menos. Jonah Bobo destaca como adolescente enamoradizo pero a su partenaire femenina, Annaleigh Tipton, le toca en gracia un papel poco perfilado. De los secundarios nadie parece preocuparse mucho. Kevin Bacon y Marisa Tomei, simplemente, pasaban por allí.

El final no deja de ser de lo más convencional, pero por lo menos esta vez no sientes que la película haya sido fabricada por una máquina. Se trata de una historia que trata de entretener y que en su tierna calidez parece ser sincera cuando defiende eso tan maravilloso del loco y estúpido amor.