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Llega su 15º álbum de estudio

Crítica del nuevo disco de Iron Maiden, 'The Final Frontier'

Crítica del nuevo disco de Iron Maiden, 'The Final Frontier'

miércoles 18 de agosto de 2010, 10:46h
 

Iron Maiden - 'The Final Frontier' (16 agosto 2010)
EMI


1.    "Satellite 15... The Final Frontier"  8:40
2.    "El Dorado"     6:49
3.    "Mother of Mercy"    5:20
4.    "Coming Home"    5:52
5.    "The Alchemist"    4:29
6.    "Isle of Avalon"   9:06
7.    "Starblind"   7:48
8.    "The Talisman"     9:03
9.    "The Man Who Would Be King"   8:28
10.    "When the Wild Wind Blows"  10:59

Duración total: 76'34'
'


Músicos:
- Bruce Dickinson. Voz
- Dave Murray: Guitarras
- Adrian Smith: Guitarras
- Janick Gers: Guitarras
- Steve Harris: Bajo y teclados
- Nicko McBrain: Batería y percusión


Grabado en 2010 en los estudios Compass Point, en Nassau, Bahamas, y The Cave Studios, Malibú, California.
Género: Heavy metal, metal progresivo.
Producido por Kevin Shirley
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Reza la publicidad y los eslóganes de este álbum que se trata de un disco repleto de descarga eléctrica, contundencia y riffs de la vieja escuela. 76 minutos de adrenalina. Puro artificio. No se engañen. No volvemos a los viejos himnos de los 80, con 'Aces High', 'The Number of the Beast' o 'The Trooper'. No. Maiden ha dado el paso, definitivamente, a otra dimensión. Un metal más elaborado, más cercano del progresivo que de la vieja escuela. Y sin embargo, con este nuevo rostro, han rejuvenecido su música. 'The Final Frontier' es, sencillamente, un discazo.


Como contaba en la primera aproximación al contenido del disco, y antes de poder analizar con el merecido detenimiento que debe tener todo álbum de Iron Maiden, el arranque me sorprende para bien. Hay quien no termina de comprender lo que la banda persigue con esta intro titulada 'Satellite 15' y que en el mismo corte que 'The Final Frontier'. Particularmente, me parece una original experimentación sonora con sintetizador y, por primera vez en 30 años, una base de batería elaborada con pads y no con batería acústica. Recuerda mucho a un inicio tipo banda sonora de 'Terminator', agresiva, épica y misteriosa, queriéndonos introducir en la atmósfera recreada en la portada del disco, un mundo onírico de ciencia ficción futurista.

Las guitarras suenan al fondo de manera mística y poco a poco llega casi al tercer minuto, hasta que aparece la voz de Bruce, dramatizada y distorsionada, para volver a la base rítmica eléctrica y las guitarras de ensueño difuminadas. Excelente capricho sonoro de Maiden que jamás había hecho en tanto tiempo de Historia musical que sólo tiene un fallo: la falta absoluta de cohesión con la otra parte del corte 1, 'The Final Frontier'. Se corta de repente y da paso al tema que da nombre al disco, no sin antes acabar en un cuarto minuto de forma majestuosa con redoble de batería.

Y 'The Final Frontier', conocida casi por todos gracias al videoclip lanzado por Maiden un mes antes, no engaña a nadie. Una buena canción para empezar, algo plana y repetitiva, pero convincente y en la línea de los Maiden de 'Brave New World'. A Dickinson se le aprecia menos suelto en las voces, mucho más perjudicado por el paso del tiempo. Se le nota al intentar alcanzar las notas más altas, cosa que no sucede en otros temas mejor producidos.

Tras este primer acercamiento llega 'El Dorado', la otra canción presentada como adelanto para los fans. Es, sin duda, el corte más pobre y modesto de todo el álbum. Y si tenemos en cuenta que no es ninguna bajeza, se trata en el fondo de un piropo a este disco. Lo peor de 'El Dorado' es que no se define... suena como a los Maiden de Blaze Bayley: planos, menos melódicos y muy pesados en la composición. Casi doom. Sin embargo, pretende un estribillo a la vieja usanza, cosa que no consigue, y Dickinson da su peor rendimiento vocal: absolutamente superado por unas notas que no alcanza. Incluso recuerda a Blaze, que pese a tener buenas dotaciones para cantar, no tiene los registros de Bruce ni de lejos.

Pero sin tiempo para pensar en si 'The Final Frontier' va a defraudar llega el primer disparo a nuestra sien: 'Mother of Mercy'. Temazo que juega con guitarras suaves en un arranque muy bucólico, con un Dickinson ya más convincente. Está increíble tanto él como el resto del grupo, sobre todo en la composición, tarea aquí de Smith y Harris. Muchos cambios de ritmos y niveles que presagian los aires de metal progresivo que inundan este disco. Y si gusta la introducción, que se alarga a casi tres minutos, no hay más que rendirse a un estribillo mágico y épico. Trágico y oscuro, pero que lleva a mover todo el cuerpo. Lo único que se le puede reprochar a este 'Mother of Mercy' es que en algunos tramos faltaría reforzar la sección de cuerda. Me refiero a que para tener tres guitarristas, por momentos es algo minimalista y de 'orquestación' insuficiente. Le falta ese último impulso para ser un heavy metal machacón y recargado. Para nada: Maiden busca un sonido más limpio y puro, sin tanta suciedad eléctrica, y es lo más reprochable no sólo en este tema, sino en el resto del álbum. ¿Qué parte de responsabilidad tiene aquí Kevin Shirley?

Sin bajar el nivel que habíamos ya comenzado a saborear, los chicos de la dama de hierro nos deleitan con 'Coming Home', un tema en el que ya aparece Bruce firmando los créditos y no hacía falta ni contarlo: un medio tiempo de inicio, muy bucólico, que se podría confundir con el típico tema de la discografía en solitario del mítico vocalista. Él está inmenso en este tema, que lo hace muy propio y le da una impronta sensacional. Por momentos me recuerda a pasajes de 'Tears of the Dragon'. Y no, que nadie se engañe: no es una balada ni una love song. Iron Maiden tiene las narices de ser una banda que en 30 años de Historia discográfica no ha realizado ni una sola balada. Quizás temas calmados como éste, o 'Fear of the Dark', o 'Wasted Years', o 'Strange World', pero nunca claudicando. Ah, y por cierto, ojo al solo central de guitarra de la canción. Majestuoso. Como la parte final. Increíble. Estos son los Maiden que me gustan, tras los dos dubitativos álbumes anteriores.

'The Alchemist', siguiente canción: ritmo más rápido y riff machacón, con estrofas cantadas por Bruce a gran velocidad, recordando sus inicios en los 80. Este corte es el más ochentero de todos, el más propio de su época dorada y la que les encumbró en el olimpo del heavy metal. Ojo al solo de guitarra a partir del tercer minuto. Fulminante. Pura descarga de adrenalina. Un himno que recuerda a sus canciones más clásicas y que podría ser muy explotado en el futuro para las giras.

Sin embargo 'Isle of Avalon' regresa a las exploraciones más progresivas. Se trata de un tema de 9 minutos que nos evoca su parte más creativa, la que no busca temas directos y pegadizos, sino largos pasajes de ensueño y calidad compositiva. Bajo una base rítmica que va evolucionando con gran exquisitez de McBrain, a base de platillos y el bajo de Harris, llegan a presentar una composición que recuerda inevitablemente a 'Rime of the Ancient Mariner', el tema más progresivo de toda su discografía. No puedo dejar de mencionar el gran trabajo vocal de Bruce, que aquí vuelve a estar a un nivel propio de una divinidad. Es el Bruce de siempre, desatado pero controlando su chorro de voz con talento y mucho arte. Por último, decir que la melodía es tan bella y elaborada que habrá que tener en cuenta este tema para análisis posteriores en el tiempo.

'Starblind' es, sin embargo, el tema más fresco y que resume lo mejor de Maiden, para mi gusto. Estribillos como siempre les ha gustado: alargados y sin una simpleza verbal. Dickinson está inmenso y la melodía marca la prioridad sobre el ritmo, aunque el comienzo con bajo y guitarras oníricas nos devuelven a los Iron Maiden de 'Fear of the Dark'. No es una canción de riffs, sino de gran trabajo de elaboración de tejidos sonoros. Pero, al mismo tiempo, insisto, pegadiza y contundente. Un temazo, vaya.

Y como este álbum dura 1 hora y 16 minutos, da para mucho. Podía haber sido un germen para dos álbumes separados por un año en su publicación y habrían sido dos discazos. El caso es que todo esto que ya han dado hasta 'Starblind', Maiden continúan dando de sí. Y mucho. 'The Talisman' es una pieza algo distinta, muy propia del heavy que se inspira en melodías medievales o renacentistas, con unas guitarras acústicas en la primera parte del tema que evocan un ambiente místico y propio de leyendas. Dickinson lleva el ritmo casi recitando, en tonos bajos, como un trovador. Pero 9 minutos dan para mucho y pronto el tema evoluciona a una descarga eléctrica maravillosa, prodigiosa, aunque a él, sin embargo, se le ve más forzado por las altas escalas que debe alcanzar. Ojo a Nicko, que aquí está inmenso, envolviendo todo el tema, más las guitarras del trío más completo del momento: Gers, Murray y Smith. Ahora bien: sigo diciendo lo mismo que hace 10 años, cuando apareció 'Brave New World'. Me alegro del regreso de Adrian, y que eso no obligara a despedir a Janick Gers, que es maravilloso. Pero no son precisos tres guitarristas para este metal sin altos recargamientos que tiene la música de Maiden. Y menos tres guitarristas de su nivel... En fin, eso es otra historia que no viene a cuento. En el fondo es un lujo, así que de esta manera hay que tomarlo.

El tramo final llega con dos canciones largas más: 'The Man Who Would Be King', de 8 minutos, y 'When the Wild Wind Blows', un cierre épico y con concepción progresiva de 11 minutos, firmado en solitario por Steve Harris. El único de todo el álbum que no componen al menos dos de sus integrantes. El primero de ellos vuelve a dar lo mejor de la sección de cuerda, con unas guitarras oníricas y muy melódicas, más teclados de fondo tocados por Harris en estudio. Aseguro que a más de uno sorprenderá el contenido de este tema, sobre todo a la mitad del mismo, con estructuras y texturas que jamás había escuchado en Maiden, con gorgoritos de guitarras propios de unos Pink Floyd. Con la boca abierta aún estoy... Si alguien no se lo cree, que escuche el final: ¿Kaipa? ¿Marillion? Se me vienen a la cabeza tantas influencias... Gracias, Maiden.

Y el final, lo dicho: 'When the Wild Wind Blows'. Una canción de Harris que suena a tema folk con toques épicos. El comienzo se parece al de una canción tristona y épica, con guitarras del tipo de 'The X Factor' y toques del tema 'The Clansman'. El título ya dice mucho. Juega, durante todo el tema, a imitar marchas militares con un trabajo excelente en la batería de Nicko. Los solos interminables y mágicos de la parte central son propios de 'Afraid to Shoot Strangers' o 'Fear of the Dark', y provocan tal sensación al interiorizar este tema que uno se pregunta... ¿vendrán generaciones venideras capaz de batir esto? Porque no son sólo Maiden. Judas, WASP, Saxon... viejos mitos y viejos rockeros del metal que no claudican y ofrecen discos increíbles cercanos a los 60 años, si no los han pasado ya.

Yo, de momento, me quedo con la gran sensación de este 'The Final Frontier'. Parece que Maiden por fin ha conseguido el punto que buscaba. Nos alegramos todos. ¡Up the Irons!


Puntuación: 8,5/10


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