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Bela Lugosi, Christopher Lee o Gary Oldman

Los vampiros en el cine: de Drácula a Edward Cullen

Los vampiros en el cine: de Drácula a Edward Cullen

jueves 15 de noviembre de 2012, 17:18h
El mito del vampiro es uno de los que más veces ha pululado por las pantallas cinematográficas. Los chupasangres y el celuloide han sentido una admiración mutua que llegó a su climax cuando Iván Zulueta convirtió a la propia cámara en vampiro. Pero antes y después los vampiros tuvieron otras caras y otras formas, principalmente la de su miembro más conocido, el conde Drácula.

El personaje creado por Bram Stoker, inspirado inicialmente en Vlad el Empalador, ha permitido a muchos directores poner su huella en el personaje. La palabra Drácula aparece en el título de más de 100 películas, aunque muchas más son en las que aparece o se le nombra. No en vano Drácula es el personaje de ficción con más adaptaciones en el cine, seguido de Sherlock Holmes. Pero podríamos reducir a cuatro las que han tenido un mayor impacto, el Nosferatu de Murnau, el Drácula de Tod Browning, el de Terence Fisher y el de Francis Ford Coppola.

Max Schreck, Bela Lugosi, Chirstopher Lee y Gary Oldman fueron los encargados de darle rostro. El primero, un conocido actor alemán de la época, dejó tan fuerte impresión que se creó una leyenda que hacía de él un verdadero vampiro, convertido en actor por obra y gracia de un Murnau que, a cambio, le prometió el cuello de su protagonista. El segundo estuvo tan identificado con el personaje que, a su muerte, su mujer e hijo decidieron enterrarle con su icónica capa. El tercero no se libra tampoco de su sombra ni participando en 'El Señor de los Anillos', como Saruman, o en las nuevas de 'La Guerra de las Galaxias', como no podía ser de otra forma, como el Conde Dooku. Por último, Oldman es el único que no ha caído bajo la maldición de Drácula.

De las cuatro películas la primera y la última son las mejores, aunque segunda y tercera han sido las más icónicas. 'Nosferatu' es la más gótica y terrorífica, y la única que se estrenó sin tener los derechos sobre la obra de Stoker, lo que estuvo a punto de destruirla para siempre, después de que la viuda de Stoker demandase a Murnau por infracción de derechos de autor y ganase el juicio. El tribunal decidió que se destruyesen todas las copias de la película. Por suerte para la historia del cine, sobrevivieron cinco.

Bela Lugosi sería el que nos regalaría la imagen icónica de 'Drácula'. Al igual que pasó con el Frankenstein de Karloff, rodada también en 1931, la caracterización de Lugosi como el Conde quedará como la más influyente. Desde el abuelo de los Munster a el Conde Draco, y su manía por contar, de Barrio Sésamo, el Conde Drácula quedaría asociado a la imagen, vestimenta y fuerte acento húngaro de Lugosi. Si la marca de la casa de Nosferatu fueron las sombras y sus largas uñas, la del 'Drácula' de Browning fue los ojos de maníaco, fuertemente iluminados, de Lugosi. Claro que hay que reconocer que su actuación era demasiado teatral y, a día de hoy, resulta cualquier cosa menos terrorífica, aun así el comienzo de la película y la presentación del vampiro siguen teniendo bastante fuerza.

Drácula en color

En los años 50 apareció el primer gran Drácula en color. Se trataba del de la productora británica Hammer, especializada en títulos de terror, para el que contó con su equipo estrella, el director Terence Fisher, y sus dos máximas estrellas, Peter Cushing, como Van Helsing, y Christopher Lee, como Drácula. Se trata de un Drácula más sanguinario, esos rojos intensos, y mucho más sexual. A pesar de ser muy poco fiel a la novela original de Stoker, el Drácula de la Hammer sí que responde con mucha fidelidad a uno de los temas más importantes del escritor inglés, el vampiro y su fuerte acento en lo sexual, que se comprende en una novela escrita en la puritana sociedad victoriana de finales del XIX. Lo mejor de este Drácula está en sus 'escenas de cama', una mezcla entre deseo y repulsión, lujuria y violencia, que impactaron y crearon escuela. Tanto que en 1967 Roman Polanski rodaría una de las mejores parodias del género, 'El baile de los vampiros', basándose en el estilo de Hammer e introduciendo el primer vampiro gay de la historia.

La gran baza del Drácula de Coppola es que, siendo el más fiel a la novela de Stoker, añade una motivación distinta al personaje, Drácula deja de ser la encarnación del mal por el mal, para ser una figura trágico-romántica, acercándola a uno de los primeros escritores que trató el tema de los vampiros, el poeta inglés Lord Byron. La misma noche que Mary Shelley dio vida a Frankenstein, Byron compuso un relato que nunca llegaría a publicar, pero que sí que completaría John William Polidori, llamado 'El vampiro' que puede ser considerado una de las primeras veces que aparece esta figura en la cultura occidental.

Dráculas alucinógenos

Pero volviendo a Drácula, si los anteriores han sido los más canónicos, el conde ha aparecido, como decíamos, en muchas otras situaciones. Algunas de ellas totalmente delirantes, más propias de una intoxicación sanguínea. Así en 1966, William Beaudine, hizo 'Billy the Kid vs Dracula', como su nombre indica, es una locura que mezcla el western con el terror. Más bizarro se puso el asunto en 1974 cuando Paul Morrissey dirigió 'Andy Warhol´s Dracula' cuyo argumento comienza así: "el conde se alimenta de sangre de vírgenes, así que viaja desde Transilvania a Italia, donde cree que será más probable encontrar una virgen, debido al catolicismo del país". Sin palabras.

Claro que ahora que se comenta que Idris Elba, el Stringer Bell de 'The Wire', puede sustituir a Daniel Craig convirtiéndose así en el primer Bond negro, podemos añadir que el Conde más famoso de la historia ya tuvo una transformación de color inversa a la de Michael Jackson. Si el Rey del pop pasó del negro al pálido blanco, el Príncipe de las Tinieblas pasó del pálido blanco al negro y de Drácula pasó a ser 'Blacula' (1972), traducida en España como 'Drácula negro', dirigida por William Crain, la película fue todo un hito en el género conocido como Blackexplotation e incluso conoció una secuela en la que aparecía Pam Grier, musa de este tipo de películas que muchos años despuñes sería rescatada por Quentin Tarantino para 'Jackie Brown'.

Pero no es la única conexión con los vampiros del director de 'Pulp Fiction', en 1994 coprotagonizó, junto a George Clooney, 'Abierto hasta el amanecer', de su amigo Robert Rodríguez, una película que baja muchos enteros cuando aparecen nuestros protagonistas. Y es que hay muchos más vampiros fuera de Stoker y Drácula. Eso sí, su influencia es tan grande que el resto del cine vampírico suele estar bajo la sombra del libro del irlandés. Así encontramos varios ejemplos de cazavampiros, en la senda de Van Helsing, como 'Blade', el que interpreta James Woods en 'Vampiros de John Carpenter' o la naif 'Buffy' de la serie televisiva.

Lestat y Edward Cullen

Fuera de la alargada sombra de Drácula, el género ha vivido dos fenómenos en los últimos años. El primero fue la serie de novelas de Anne Rice llamada 'Crónicas vampíricas' que daría como resultado la conocida película 'Entrevista con el vampiro', dirigida por Neil Jordan. Una película desigual, que cuenta con un gran personaje y una gran actuación de Tom Cruise como Lestat. Lo malo es que cuando desaparece de pantalla la película baja bastantes enteros.

Pero, sin duda, el fenómeno de los últimos años ha sido el de la saga 'Crepúsculo', basada en una serie de novelas de Stephanie Meyer. No puedo opinar por las novelas pero las películas han supuesto un verdadero estacazo en el corazón del género convirtiéndose, involuntariamente, en su parodia definitiva. Tras ver a Robert Pattinson como Edward Cullen el conde Drácula decidió salir de su castillo voluntariamente a las 12 del mediodía y sin gafas de sol.

Pero no todo han sido malas noticias, el mismo año en que se estrenaba la primera parte de 'Crepúsculo', veía la luz una película sueca que daba nuevos bríos al género. Se trataba de 'Déjame entrar', dirigida por Tomas Alfredson. Su vampiro con cara de inocente niña de doce años es capaz de helar la sangre del más pintado, Drácula puede volver a esbozar una cruel sonrisa en su tumba.

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