'Tú y yo' es una película íntima y pequeña, pero no por ello menor. Diez años después de la notable 'Soñadores' Bernardo Bertolucci
vuelve a encerrar a dos hermanos adolescentes en una habitación de la que
saldrán cambiados para siempre. Sin que apenas haya acción, la película sirve
de llamada a la misma. La llamada de un hombre al que se le acaba la vida a
vivirla, por mucho que pueda doler.
Basada en una novela de
Niccolò Ammaniti, 'Tú y yo' nos presenta a un joven adolescente alienado, encerrado en su mundo y su música, que aprovecha la Semana Blanca escolar para esconderse en el sótano de su casa y apartarse del mundo. Allí recibirá la inesperada visita de su hermanastra, una bella yonqui que se refugia allí para pasar el mono. El encuentro les dejará una profunda huella a ambos y conseguirá que, al menos uno, cambie el rumbo de su vida.
En el fondo, la película es una llamada a la acción, a dejar de mirarse tanto el ombligo y pasar a hacer algo.
Bertolucci nos dice que es fácil sentirse superior a los demás mirándolos como si fueran hormigas y que hay que dejar ese punto de vista de observador indiferente e implicarse ¿Una llamada de atención a una generación perdida entre redes sociales y móviles?
Huele a testamento cinematográfico, y no solo por el estado de salud del director italiano, sino porque es una película 100% Bertolucci. A pesar de tratar de un adolescente actual que escucha a los
Cure, Arcade Fire o
Red Hot Chili Peppers, la película está plagada de temas que rondan su obra, además de volver a rodar casi exclusivamente en una habitación, como ya pasaba en 'Soñadores' o 'El último tango en París'. Los dos actores principales están inmensos y eso sólo se consigue cuando el mérito es compartido entre director y actores. El joven
Jacopo Olmo Antinori es como la mezcla perfecta entre
Malcolm McDowell y el Theon Greyjoy de 'Juego de tronos', toda una inquietante mirada enturbiada por el acné, mientras que
Tea Falco vuelve a demostrar el buen ojo de Bertolucci para las actrices primerizas.
Poniendo que es una película de Bertolucci, el director juega con el morbo del posible incesto entre los hermanos pero, a la vez, logra una de sus películas más dulces y tiernas. En una situación en la que podría habérsele retorcido el colmillo, el director de 'El conformista' está postrado en una silla de ruedas, Bertolucci se quiere despedir con una sonrisa esperanzadora.
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