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El asalto a Repsol, cuestión de Estado

El asalto a Repsol, cuestión de Estado

viernes 22 de noviembre de 2013, 11:48h
Repsol es un caramelo dulce que se ha convertido en el oscuro objeto del deseo de más de uno. En los últimos dos años, varios 'intereses' son  los que han intentado 'meter mano' en la multinacional más reputada del mapa empresarial de España. Recordemos el expolio de YPF en Argentina, que está en vía judicial. Y no nos podemos permitir que intereses extranjeros soslayen las empresas españolas, como es el caso de la entrega en bandeja de Iberia a manos británicas. Pero, ¿qué pasa con Repsol? ¿Por qué a Brufau le salen enemigos por todos los lados, aquí y allende los mares, cuando es uno de los principales activos y exponentes de la empresa española del momento? ¿Acaso habría sido la Repsol que hoy conocemos la misma sin la gestión de su actual presidente?

Esta vez es Pemex quién hace zozobrar a la petrolera española. El gigante mexicano quiere que Antonio Brufau deje la compañía antes de final de año, y para ello debe contar con el apoyo directo de CaixaBank y con el placet del presidente Mariano Rajoy. Sin un cambio en la presidencia ejecutiva de Repsol no se va a desbloquear el contrato que la filial PMI firmó con los astilleros, de acuerdo a la opinión del sector.

La entidad que preside Isidre Fainé es la máxima accionista de la petrolera, aunque deberá reducir su participación por debajo del 10% para cumplir con la nueva directiva bancaria europea. Según fuentes del mercado, Pemex pretende que CaixaBank suscriba o se abstenga en su petición de convocar una junta extraordinaria de accionistas para antes de que termine este año y forzar la salida de Brufau. Pemex trabaja con abogados, banca de inversión y una agencia de captación de accionistas para derrocar al presidente de la compañía española. Algunas fuentes dan por hecho que ya existe un acuerdo con Brufau para su salida, extremo no confirmado ni oficial ni oficiosamente.


"Más ganancias"

El presidente de PEMEX, Emilio Lozoya, ha arremetido en público y en privado contra las negociaciones que Brufau ha hecho con YPF después de que Cristina Fernández hubiese expropiado la filial de Repsol hace más de un año. "Nosotros esperábamos obtener más ganancias de nuestra participación en Repsol", dijo Lozoya el pasado 5 de noviembre. En Pemex apuestan por la negociación para aprovechar el inmenso yacimiento de Vaca Muerta en Argentina, mientras que Repsol ha optado por tensar la vía judicial tras llevar a las Cortes el acuerdo entre YPF y Chevron para, precisamente, explotar el mayor descubrimiento que hizo Repsol. Fuentes del sector explicaron que Cristina Fernández no se va a echar atrás y "es más que improbable que paguen algo por YPF". Todo un ejemplo de (in)seguridad jurídica. De ahí que los mexicanos prefieran la negociación. El hecho de que la presidenta haya elevado a ministro de Economía al artífice de la expropiación, Axel Kicillof, es otro factor importante. "Quizás Brufau no está tan interesado en explorar zonas como Campeche en México, como sí quiere Pemex", explican las mismas fuentes.

Nos hallamos ante todo un complicado mosaico en el que se juegan intereses de enorme importancia. El papel de Rajoy y Fainé es distinto pero complementario. Repsol es una compañía estratégica para el Ejecutivo, como quedó de manifiesto cuando Argentina expropió YPF, y podría convertirse en otra Endesa (ahora en manos de la italiana Enel) si el capital extranjero toma el control. Un portavoz del multimillonario mexicano, amigo de Felipe González, Carlos Slim negó que negociase con Pemex para hacerse con otro 10% de Repsol, como publicó ayer ABC). Pemex, por su parte, no ha vacilado a la hora de amenazar con vender la mitad de su participación en Repsol, lo que volvería aún más inestable su reparto accionarial. Además el contrato de los floteles es una cuestión más que política en Galicia y fue una promesa electoral de Alberto Núñez Feijóo que todavía no se ha cristalizado. Fainé, por su parte, puede decantar la balanza y está pendiente de la adjudicación de NCG Banco. El presidente del Gobierno español no puede lavarse las manos, desentendiéndose de un asunto que afecta "a una empresa privada". Repsol es mucho más que eso. ¿O ha olvidado ya cuánto reprochó el PP


Oscuras razones

Repsol tiene las mejores tecnologías para exploración de aguas profundas y de yacimientos no convencionales; como Vaca Muerta, que fue la punta de iceberg del expolio de YPF por parte de Cristina Fernández. En el segundo semestre del 2011, Pemex protagonizó un intento de golpe corporativo en Repsol. Gastó más de 1,600 millones de dólares para duplicar su participación accionarial en la petrolera española. La idea era aumentar el músculo en el Consejo de Administración y sumar fuerzas con Luis del Rivero, entonces Presidente de Sacyr Vallehermoso, siempre metido en enredos variados, y  principal accionista de Repsol. Fracasó. Juan Antonio Brufau, el presidente de Repsol, salió fortalecido y Pemex, mermado, para no hablar ya de del Rivero. Juan José Suárez Coppel nunca explicó públicamente lo que había pasado.

El Director de Pemex que tomó la decisión no rindió cuentas abiertamente. No dijo por qué escogió como aliado a un empresario con credibilidad vulnerada, como Luis del Rivero, ni explicó de qué manera se protegería el patrimonio de Pemex, una vez que la operación de toma de control de Repsol había naufragado. Emilio Lozoya Austin tiene algo en común con Suárez Coppel: no quiere que Brufau siga como Presidente de Repsol. Pero seguro que no es porque el sueldo de Brufau sea más o menos elevado: no se trata de defender a la persona, sino a la multinacional que tanto tiene que ver con la 'marca España' y con la buena marcha de la economía de nuestro país. ¿Qué oscuras razones, que sin duda perjudicarían al Estado español, se ocultan tras la larga mano de la petrolera mexicana y tras otras manos que la apoyan?
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