Rajoy se ganó a pulso la investidura

Jamás se vio tal ejercicio de general complacencia ante el anuncio de los malos tiempos que vienen para nuestros bolsillos y seguramente para eso que se llama estado de bienestar. Todo son pronósticos de recortes sobre lo que dábamos por perpetuamente asegurado, porque ya nos ha dicho Mariano Rajoy que la España que conocimos, la del 'give me two', la de la segunda casita en la playa, no volverá. Y, sin embargo, en las Cortes y en la calle se ven más cabezas afirmativas, aunque sean acompañadas de ademán dubitativo, que gestos de rechazo. Creo que Rajoy inicia su mandato, con todos los nubarrones que se quiera, con ciertos aires de fortuna: parece que tiene al país detrás. Al menos, aquí y ahora.

El caso es que hasta los más irreductibles, véase Amaiur, andan como con cautela a la hora de hacer oposición. Me parecía estar asistiendo a una película de ciencia-ficción al ver cómo el conservador moderado presidente del Gobierno se enfrentaba dialécticamente, con dureza pero hasta con cierto respeto mutuo, con el representante de la coalición 'abertzale' vasca y ex parlamentario de Herri Batasuna, Iñaki Antigüedad. "Estamos condenados a entendernos", le dijo el 'batasuno' al inminente inquilino de La Moncloa. Seguramente no, pero...

Creo que esa, pese a la natural agresividad entre las partes ("ni yo ni la sociedad española le debemos a usted nada", dijo Rajoy al portavoz de Amaiur), era la imagen del final, no oficialmente certificado, de la banda terrorista ETA. El paso ahora lo tiene que dar la banda, anunciando públicamente su disolución: es la única manera de comenzar una reconciliación que nos haga ir olvidando la larga pesadilla, tanto sufrimiento, provocados por el terrorismo.

En general, yo diría que el debate de investidura fue 'ganado' por el que ya venía como ganador, Mariano Rajoy. Le acompañó hasta la benevolencia de los mercados españoles. Su discurso inicial fue bueno, sus respuestas a los portavoces de la oposición fueron templadas, como templado era el tono de los portavoces de los otros grupos. Lógicamente, los viejos problemas territoriales, institucionales y, sobre todo, económicos (con la cuarentena de medidas propuestas no se va a crear empleo de manera inmediata, desde luego) permanecen: ya veremos qué ocurre en los próximos meses.

Lo que ha cambiado es el clima. A Rajoy parece que, pese al mal tiempo, le sopla el viento a favor, y eso es ya un activo económico, si admitimos que la economía es un estado de espíritu. Si el elenco ministerial que tomará posesión en las próximas horas es acogido tan favorablemente como los responsables parlamentarios, Rajoy habrá logrado eso que solamente se puede conseguir una vez: causar una buena primera impresión. Ya es algo; quizá, bastante.


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