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Yo esperaba a Rajoy

Yo esperaba a Rajoy

viernes 20 de abril de 2012, 17:38h
Había rumores esperanzadores. Pero, al final, no fue Mariano Rajoy quien compareció ante los informadores tras el Consejo de Ministros para darles cuenta de los 'recortes' -no hay que tener miedo a las palabras-- en Sanidad y Educación, que son los pilares del estado de bienestar y eran esas 'líneas rojas' que no había que traspasar. Ya están traspasadas.
 Me fijo en la incomparecencia de Rajoy, recién llegado de Colombia, donde pronunció la histórica frase de que pedía "unos pocos euros" ya que no hay dinero y no queda otro remedio que recortar en lo que antes era irrecortable, porque, en el fondo, supongo que no nos cabe sino aceptar lo esencial, es decir, los propios recortes. Pero es el presidente quien tiene que comparecer ante los informadores, no en Colombia -efecto deplorable la declaración de nuestras miserias en la 'cumbre' del G-20--, sino en el atril de la sala de prensa del Consejo de Ministros, y en el Parlamento, para explicar por qué ha habido que tomar determinadas decisiones, llámense unos Presupuestos especialmente restrictivos o posteriores limitaciones a servicios de los que disfrutábamos en un estado de bienestar que se fue y tardará en volver, si es que vuelve.
 Una vez dicho esto, me arriesgaré a decir que lo que este viernes explicaron la vicepresidenta Saénz de Santamaría y los ministros Mato y Wert tras la maratónica sesión del Consejo me parece razonable. Si de verdad la situación de las arcas públicas es la que es, y no tengo por qué dudarlo, seguramente los ciudadanos tendremos que esperar ajustes del cinturón que ni siquiera estaban previstos cuando se desconocía la profundidad de una crisis que el hombre y la mujer de la calle aún no comprenden del todo -yo no, al menos-en sus orígenes y en su desarrollo. Dentro de lo malo, debo decir que las malas noticias que nos dieron tras el Consejo son aún -aún-asumibles. Solo que hay que explicar por qué se incumple de manera tan flagrante lo que se prometió cumplir.  
 Porque cuando se piden sacrificios es requisito obligatorio cumplir dos condiciones: que el 'sacrificado' se convenza de que son necesarios y posibles, que son razonables, y que piense que las angustias las comparten todos, comenzando por quienes las decretan. Y no bastan, por muy bien que lo hagan, ni la vicepresidenta ni los ministros de Sanidad y Educación para cumplir ambos requisitos. 
Sé que Rajoy se consuela a sí mismo pensando, o queriendo pensar, que comparece ante la opinión pública, y ante la publicada, más que suficientemente: alguien debe explicarle que de eso, nada. Que nos sigue debiendo muchas explicaciones. Que está al límite de la credibilidad y de la aceptación. Y que de nada sirve colocar como escudos a vicepresidentes, ministros y otros responsables más o menos secundarios, muchos de los cuales desaciertan en sus manifestaciones, como cuando hablan de los 'cafelitos' de los jubilados. Otros ya intentaron esta política del pararrayos y, recuérdelo el hombre en quien descansa todo el poder, fracasaron. Alguna vez, estrepitosamente. Y ahora no podemos permitirnos un fracaso de Mariano Rajoy, a quien hay que desearle, qué remedio, que acierte. 

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