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De cómo hablar de independencia sin pronunciar 'independencia'

De cómo hablar de independencia sin pronunciar 'independencia'

jueves 13 de septiembre de 2012, 17:46h
A Artur Mas, presidente de la Generalitat catalana, hay que reconocerle un buen dominio de las palabras. Este jueves habló durante dos horas en Madrid en el Foro Nueva Economía de la independencia de Cataluña sin pronunciar la palabra 'independencia'. Algunos pensábamos que aprovecharía la oportunidad para aquietar las aguas soliviantadas con la manifestación de la Diada. Nada de eso: dijo, alto y claro, que entre Cataluña y España (sic) existen muchos recelos, que la una está incómoda con la otra, que Cataluña necesita ser un Estado y que es precisa una 'consulta' (un referéndum) para saber si los catalanes quieren o no seguir formando parte del Estado español. Fueron dos horas de tensión, en presencia de muchos catalanes en Madrid, de pocos políticos (nadie del PP, ni del PSOE, y menos aún del Gobierno central), de algunos empresarios y de bastantes periodistas: Artur Mas no había ido a la capital del Reino para morderse la lengua.
 
Pero a mí me siguen quedando muchas preguntas en la recámara. Y algunas de estas preguntas no obtuvieron cumplida respuesta del president de la Generalitat cuando se las formulamos. Por ejemplo, qué harán si deciden separarse del resto de España y entonces la Unión Europea, como parece estar establecido, no les admite en su seno. Menos aún quiso responder sobre qué ocurriría ante una disminución dramática del comercio entre Cataluña y el resto de España. Y todavía huyó más de fijar plazos en el camino soberanista.
 
Es decir, tras la manifestación de la Diada, Mas se ha instalado en una especie de brindis al sol, sacando pecho y sabiendo que las cosas, más o menos, van a seguir como están. Es decir, quizá cada vez más tensionadas, pero no rotas. Otra cosa será que desde el Gobierno central, de cara a la reunión del president con Mariano Rajoy en La Moncloa, se den algunos pasos en la dirección de acercarse a las posiciones de los nacionalistas. Por ejemplo, comenzando a admitir la posibilidad de un pacto fiscal con Cataluña, dándole soberanía impositiva.
 
Porque el hecho de que pueda presumirse que Mas se ha instalado en la bravuconada no omite el dato incontrovertible de que cientos de miles, posiblemente más de un millón, de catalanes salieron a la calle a pedir esa independencia de la que, aunque no textualmente, habla Mas. Y eso es algo que el Gobierno central no puede desconocer ni tampoco minimizar hablando de 'algarabías', ni apelando a la Constitución española, ni siquiera aludiendo a la normativa en vigor en la UE, que exige unanimidad de todos los miembros para admitir a un nuevo Estado segregado de alguno de ellos. Se ha dicho hasta la saciedad que esa Constitución debe reformarse -ya urgentemente-en lo tocante a la estructura territorial de España, debiendo pensarse en asumir que hay unas Comunidades que tienen el carácter de históricas y otras que no.
 
Sin embargo, hasta ahora el silencio o las evasivas son la actitud predominante en el Ejecutivo. A Rajoy le quedan seis días apenas para, antes de su encuentro con Mas, haber elaborado una hoja de ruta algo más completa que hasta ahora. Y Más, lo mismo. Están condenados a entenderse, o nos condenan a un alejamiento que la mayoría de los españoles no queremos y pienso que los más de los catalanes, que no dejan de ser españoles guste o no, tampoco.

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