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El pacto (o no) y nuestros muy familiares demonios

El pacto (o no) y nuestros muy familiares demonios

sábado 01 de junio de 2013, 12:22h
Uno tiene la sensación de que esta crónica podría haberla escrito hace algunos meses, y es hasta posible que uno, desmemoriado, haya escrito alguna vez algo semejante, esperanzado en ese pacto político que haga avanzar de una vez las cosas. Y luego, nada, pese a las palabras esperanzadoras, como las de este semana de Alfredo Pérez-Rubalcaba, claramente lanzado a la vía del acuerdo, del Gran Acuerdo, con el PP. Donde, por cierto, han recibido la mano tendida con menos frialdad que en otras ocasiones: hemos escuchado al líder del PSOE reconocer privadamente que se habla con Rajoy más que antes, y que se han reanudado los contactos telefónicos tras el indudable error de Rubalcaba de pedir públicamente al presidente que abandonase La Moncloa. Pero, la verdad, aún no se ha tomado, desde el Partido Popular, esa mano tendida, probablemente porque sigue en vigor esa nefasta 'doctrina Rajoy', que consiste en pensar que se está haciendo todo bien y que, por tanto, nada hay que cambiar en el rumbo ni en los métodos. Y que, si alguien quiere pactar, que firme en el contrato de las adhesiones incondicionales. Y así, claro, no hay manera.

 Desde luego que todo el mundo es consciente de la debilidad en la que vive un PSOE dividido, desconcertado, sin demasiadas ideas, o con tanta superabundancia de ellas que cada Federación socialista aporta alguna casi a diario, anulándose las unas a las otras. Pero también todo el mundo ve que en el campo gubernamental no abundan los aciertos, ni el talante de transparencia, por mucho que el proyecto de ley de la cosa esté, quizá incluso consensuado, tan de moda: todos hablan de transparencia y todos siguen sin practicarla, palabra de periodista que se pasa el día pululando por ahí.   
Es el caso que esta semana han vuelto todos los demonios familiares: un abucheo a los Príncipes de Asturias en el Liceu barcelonés puso de manifiesto que el catalanismo más desarraigado es capaz de cometer todo tipo de faltas de educación --¿es el tradicional recinto de la cultura el templo para mostrar desafecciones políticas antes de escuchar una obra de Donizetti??--. Y también puso de manifiesto, desde luego, que el futuro Felipe VI tendrá que trabajar mucho para ganarse a los casi irreductibles, que no habitan solamente en Cataluña y en el País Vasco.

 Más demonios: ahí sigue la UE, dándonos palmetazos de mal maestro al discípulo díscolo -ah, pero ¿somos díscolos los españoles?. Yo, la verdad, no lo había notado--. Unos palmetazos que provocaron esa oferta de 'euroconsenso' de Rubalcaba a Rajoy; hay quien dice que probablemente ya tiene, vía telefónica con La Moncloa mediante, un 'sí' no demasiado comprometido por parte del galaico, helado, presidente. 

Sigo con los demonios: pues ¿no nos viene el señor gobernador del Banco de España nuevamente con la cantinela de la bajada de salarios -incluyendo los mínimos--, con adelantar el retraso de la jubilación, suprema paradoja, y con que hay que seguir abaratando los despidos para fomentar la contratación, lo que no deja de ser, visto así sin filtros, otra 'parajoda', que diría el tragicómico que imita a Beppe Grillo? Claro, la salida a los medios del señor Linde ha sido mal acogida incluso en el seno del Ejecutivo. Donde el bravo ministro de Economía, Luis de Guindos, sigue luchando --¿hasta cuándo?-contra algunas exigencias europeas como la subida del IVA, cosa que sería un claro disparate para la economía española aquí y ahora. Pero ¿le importa de verdad al señor comisario  Olli Rehn el aquí y ahora de los sufridos ciudadanos españoles?

Y, por supuesto, el último demonio familiar siguen siendo esos casos de real o presunta corrupción o corruptela que siguen poblando las páginas de los periódicos, con brotes -ya digo que afortunadamente pretéritos; ahora nada podría ser igual, confío-en  Madrid, Barcelona, Andalucía, Valencia -ahora, nada menos que Camps y Rita Barberá van a ser imputados por el 'caso Urdangarín'--, Baleares, Cantabria...Sospecho que los españoles ya casi hemos perdido la sensibilidad ante tantos ejemplos de mal uso de las facultades y funciones que hemos otorgado a nuestros representantes. Quizá por todo ello, y porque no nos unimos todos contra ellos, nuestros demonios familiares sigan tan campantes, haciendo eso: vida de familia, aquí, entre nosotros, como si tal cosa. Y es que el hispánico modo de entender estas cosas consiste en reservar los rayos y centellas para clamar porque los diputados se toman un gin-tonic más barato que los demás. País endemoniado... 

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>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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