Experiencia y credibilidad

Experiencia y credibilidad en Europa. La apuesta de Mariano Rajoy para conducir la Política Exterior y de Cooperación ha recaído en José Manuel García Margallo, hasta hoy eurodiputado y vicepresidente de la subcomisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo. Se han cumplido las previsiones sobre la intención del nuevo presidente del Gobierno de dotar de un notable carácter económico a la acción de la Política Exterior, sobre todo en el ámbito comercial y en el respaldo de las empresas españolas que trabajan en el exterior en un momento en el que las exportaciones y el turismo están sosteniendo la economía española y evitando que entre en recesión, de momento.

García Margallo, 67 años, licenciado en Derecho, máster en Leyes por la Universidad de Harvard, Estados Unidos, comenzó su carrera profesional en el Estado como inspector de Hacienda, europeísta convencido, ha defendido la creación de los eurobonos para afrontar la crisis de la deuda y mantener el Euro. La elección de este experimentado abogado en asuntos europeos es una clara señal de la trascendencia que Mariano Rajoy otorga a la Unión Europea en un momento crucial de la crisis económica donde el mayor desafío es lograr la ley orgánica de Estabilidad Presupuestaria como exige la reciente reforma de la Constitución y aspecto esencial para los mercados internacionales y los socios europeos para recuperar la confianza en la capacidad y decisión de los nuevos gobernantes españoles en cumplir los compromisos imprescindibles para entrar en el núcleo central de la nueva Unión Europea que va a construirse bajo parámetros de disciplina y armonización fiscal. La figura de García Margallo en la escena comunitaria es respetada y bien valorada por su acción política mesurada y contrastada en datos y realidades, alejado de la crispación, estridencias y confrontaciones estériles que enfangan absurdamente la acción política creando desafección entre los ciudadanos. Este carácter amable no excluye una interlocución firme y directa a la hora de defender posiciones y principios en defensa de ideales populares y de intereses nacionales de España.
El nuevo responsable de la Diplomacia española tiene un reto enorme en su trabajo de recuperar el crédito político entre los socios europeos que van a evaluar estrictamente la política española antes de aceptar que España recupere un papel de primera línea en la política de la Unión Europea.

El nuevo ministro es de Asuntos Exteriores y de Cooperación, es muy importante que Rajoy haya decidido mantener la apuesta por la Cooperación exterior que supone una baza fundamental en el peso y la relevancia internacional de un país realizando una labor de solidaridad imprescindible para mejorar las relaciones y ayudar al desarrollo de países y sociedades de todas las zonas del mundo.

Encima de la mesa, o mejor dicho, a bordo del avión en constante movimiento por el mundo, algo que se ha echado de menos últimamente, para defender los intereses de España, Europa va a copar buena parte de los esfuerzos pero América Latina y la recuperación del peso político español es otra necesidad teniendo en cuenta los lazos históricos, culturales, sociales pero también los intereses económicos y comerciales crecientes de empresas españolas que representa una buena parte del PIB español. El reto más evidente es desligarse de las ataduras que ha supuesto la relación que gobierno Zapatero con el venezolano Hugo Chávez y sus encargos a los astilleros españoles que ha utilizado como cadena estranguladora de la acción de España en América Latina y de la influencia cubana, aunque la liberación de los presos políticos se puede considerar un éxito pero no a costa de empeorar las relaciones con Estados Unidos o con otros grandes países del continente americano como México, Brasil o Colombia.

Y otro gran desafío es la buena vecindad con Marruecos, en un momento complicado tras la decisión del Parlamento Europeo de derogar el acuerdo de pesca y con una dura negociación agrícola pendiente. En Rabat, las elecciones generales han colocado a un partido islámico, sin mayoría, al frente del Gobierno, cuyo líder no ha ocultado sus prevenciones hacia Mariano Rajoy. Sin embargo, más allá de que estas relaciones están bien encauzadas desde el pasado mes de mayo tras una larga estancia del rey Juan Carlos en Marrakech, tras el atentado en un café que causó la muerte de 17 personas, es imprescindible para los intereses de ambos países una buena relación entre los gobiernos que permite incrementar la actual cooperación e inversiones de empresas españolas en sectores importantes de la economía marroquí. Además, hay que mantener la excelente colaboración en la lucha antiterrorista, la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. La cuestión espinosa pendiente es la solución del conflicto del Sáhara Occidental, donde la iniciativa del rey Mohamed VI de una amplia autonomía se presenta como una solución factible y pragmática, teniendo en cuenta los problemas que sufre la zona del Sahel, con la acción de los terroristas de Al Qaeda.

Otras zonas del planeta también tienen que tener la atención del nuevo responsable de Asuntos Exteriores y de Cooperación que tiene también la urgencia de reformar el sector exterior en plena crisis y con la necesidad de dotarlo de los medios oportunos para que España pueda moverse como le corresponde en la escena internacional, tanto en el ámbito político como en el de la economía y el comercio.