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Periódicos y 'cafelitos'

Periódicos y "cafelitos"

viernes 13 de abril de 2012, 07:59h
    El secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, dice que los funcionarios deben ser más efectivos, mantenerse en "formación permanente", modernizarse y abandonar hábitos de las oficinas públicas como "el cafelito o leer el periódico".

    Nos parece un poco fundamentalista lo que propone el señor Beteta, sobre todo si tenemos en cuenta que tomar un café a media mañana está contemplado, en muchos casos, por las ordenanzas laborales, y echarle una ojeada al periódico no es ningún delito: sería una falta poco presentable pasarse media hora leyéndolo y otra media hora haciendo el crucigrama. Todo lo que sea prohibir, como todo lo que sea obligar deben ser recursos excepcionales, porque el buen sentido de cada cual indica que a la oficina se va a trabajar no porque esté prohibido hacer el vago, y se va a prestar el servicio que te corresponde no porque haya un guardia de la porra que te vigile y que te obligue. Desde que Mariano José de Larra escribiese su artículo de costumbres más conocido (el "Vuelva usted mañana"), en que hacía una parodia de la burocracia estatal de su época, se ha hecho mucha demagogia sobre los funcionarios entre los que, como en cualquier otra colectividad, los hay mejores y los hay peores.

     No sabemos si los inspectores que ha enviado en estos días la Unión Europea a España para comprobar "in situ" si estamos haciendo bien los deberes para corregir los desequilibrios macroeconómicos se presentarán sin avisar en las oficinas públicas para comprobar si algún funcionario está leyendo el periódico o ha salido a tomar un cafelito. Esperemos que se fijen en otras cosas y que, siendo más cómplices que gendarmes, nos echen una mano y nos ayuden a salir del pozo en el que también están otros países. Lo que se sabe es que, de regreso a Bruselas, estos inspectores expondrán las conclusiones de su misión para que los expertos hagan algunas recomendaciones. Todo esto suena un poco a las visitas que, en otra época, hacían los emisarios del  Rey a las colonias para comprobar si se cumplían las órdenes dictadas desde la metrópoli. Pero ni Rajoy es un virrey a las órdenes de Bruselas, ni España es una colonia en la que tengan derecho de pernada Nicolas Sarkozy o Angela Merkel. Todo, en fin, es más complejo que las apariencias, incluidos el cafelito y el periódico.
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