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Fernández Díaz, semper fidelis

Fernández Díaz, semper fidelis

miércoles 21 de diciembre de 2011, 22:32h
Se ha dicho que Fernández Díaz es 'cuota catalana', pero no es tan cierto. Para empezar, Jorge es castellano viejo (Valladolid, 1950), aunque afincado en Cataluña desde los tres años. En segundo lugar, es un hombre de la máxima confianza de Mariano Rajoy. Por lo tanto, es 'cuota Rajoy'. Y en tercer lugar, entre su gran pedigrí tiene a mérito haber sido gobernador civil de Asturias y de Barcelona -entre muchas otras cosas- en unos momentos cruciales para nuestra democracia.

Pocos recuerdan que en la muy revolucionaria Asturias recibió un homenaje en el verano de 1981 cuando Calvo-Sotelo le cesó para enviarlo al mismo cargo en Barcelona. Y es que en Asturias había llegado huella de dialogante en un momento muy tenso -en febrero de ese año se había producido el intento de golpe de Estado-.

Es verdad que es un hombre extremadamente religioso, pero no es un hombre extremo en sus actitudes. Tiene un espíritu y una formación humanista -aunque él es ingeniero industrial e inspector de trabajo- que puede venir muy bien para la cartera que va a ocupar. No es el 'halcón' que algunos quisieran para ese puesto, tampoco es 'paloma', pero su término medio puede resultar muy efectivo sobre todo cuando hay que abordar un proceso de paz que se debe gestionar fundamentalmente desde Interior. La política penitenciaria es suya, y ¿qué hará Jorge Fernández Díaz cuando el mundo abertzale dé los pasos que tiene que dar y el Gobierno los que le deben corresponder?

A vuela pluma, algunos reconocen en Fernández Díaz ese espíritu de diálogo que le acompañó antaño y creen que será un ejecutor perfecto de la política que quiera Rajoy. Entonces, claro, la duda sobre ETA, que es el trabajo pendiente en Interior, no estará tanto en la figura del ministro como en la del presidente del Gobierno, y acaso por eso le ha nombrado Rajoy ministro del Interior. Muchos recuerdan cómo Mayor Oreja torpedeó a todos los negociadores, o vías negociadoras, que dejó abiertas el Gobierno socialista de Felipe González en 1996, cuando se produjo el gran relevo por Aznar. En muchas cosas, Mayor Oreja actuó por su cuenta, pero pocos creen que esa senda dura y rupturista será la que personalmente adopte Fernández Díaz.

Si las cosas resultan así, todo irá bien en este proceso. Si no, el proceso se torcerá. Veremos cómo el nuevo ministro del Interior ocupa los segundos y terceros escalones en su Ministerio: quiénes serán su secretario de Estado, su Subsecretario, su director general de la Policía, sus comisarios, etcétera. Ya se sabe que por sus nombramientos los conoceréis.

Si el diálogo es la línea que Fernández Díaz se va a imponer, no sólo todo irá bien en el mal llamado proceso de paz, sino que también pondrá orden en la Policía y en la Guardia Civil. Porque ésa es la otra gran tarea a la que tiene que hacer frente en Interior. Por un lado, respetar los derechos de los policías, atender sus reivindicaciones que más que salariales son de decencia de trato y de dotación de materiales, y los derechos de los guardias civiles que quieren un trato más humano y más digno. Con el diálogo podría llegarse a acuerdos, pero si no lo hay, pasados los cien días de cortesía que va a recibir la guerra puede ser total.
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