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Continuismo y complacencia

Continuismo y complacencia

lunes 19 de diciembre de 2011, 19:40h
Continuismo, sí, el del PP, con respecto a las políticas iniciadas por el Gobierno socialista. Continuismo y profundización. Complacencia, también, la de Rubalcaba ante esos anuncios. ¿Es el principio de una excelente amistad entre ambos? Se esperaba un discurso de Rajoy navegando en la ambigüedad calculada. Lo de siempre. Y una réplica de Rubalcaba haciendo de niño malo y resaltando las carencias, o incluso vaguedades y contradicciones del contrario. Pero ni una cosa ni la otra.

Rajoy ha dicho mucho más de lo que de él se esperaba y a lo que nos tiene acostumbrados. Y Rubalcaba nos ha salido tan manso que en símiles taurinos casi habría que haberle devuelto a los corrales. Pero lo que parece que no es bueno para el futuro de Rubalcaba en el interior del PSOE -se enfrenta a un Congreso fundamental a menos de dos meses vista- parece que es bueno para España. Es decir, que este 'flirteo' con Rajoy anuncia una línea de oposición política auténtica y realmente 'leal y constructiva', mucho más, desde luego, que lo ha tenido Zapatero en su casi ocho años de Gobierno por parte del principal partido de la oposición.

En todo caso, el 'gran duelo' Rajoy-Rubalcaba, presidente (ya, básicamente) contra líder de la oposición, respectivamente, ha quedado en algo raro, extraño, como de gelatina, sobre todo porque puede ser el último debate que ambos dos mantengan en sede parlamentaria. Porque, ¿cómo afectará la sombra pactista que Rubalcaba ha destilado en este debate en relación a su deseo de liderar la renovación del PSOE en el Congreso de Sevilla? Los populares se frotaban las manos mientras decían en pasillos: "Es que eso es lo que demanda España: un acuerdo entre los dos grandes". Pero, ¿es eso lo que quieren las bases del PSOE, un Rubalcaba manso y afeitado, figuradamente, claro? ¿No le pasará factura en breve espacio de tiempo?

Si éste fuera un debate como los del estado de la Nación y hubiera que buscar vencedores y vencidos, Rubalcaba habría perdido por goleada. Pero no se trataba de eso, y la posición de estadista preocupado por el futuro inmediato de este país que llamamos España le ha hecho estar realmente a la altura de las circunstancias. Incluso a fuerza de parecer débil y desgastado. Pero, claro, es que Rubalcaba sabe muy bien qué cuentas le deja al PP: sabe mejor que nadie que estamos al borde del abismo y que en una situación tal no es conveniente dar un paso al frente. En ese sentido hay que valorar su grandeza en este debate, y en ese sentido hay que valorar la política de manos tendidas ofertada también por Rajoy.

Continuismo y complacencia, por tanto, sí, como resultado del clásico derby entre los dos grandes partidos, pero ¿no es eso lo que necesita España y lo que venimos demandando desde hace mucho tiempo? Ahí queda, en todo caso, la advertencia socialista: todo está muy bien, la continuidad de la política económica seguida es fenomenal, pero... no me toques los derechos sociales, no me recortes el Estado de Bienestar. Rajoy ha prometido no tocarlo. Si es así, todo va bien. Si no, ¿quién se lo va a demandar? He ahí la cuestión.
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