«A nadie le amarga un dulce» dicen y, qué duda cabe que, si a nadie le amarga, menos aún es a los niños. Ello, claro está, no es ninguna novedad... aunque sí lo es un fenómeno que viene «horneándose» desde hace un tiempo, esto es, que los pequeños de la casa han decidido anudarse el delantal y poner el pie en la cocina.