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¿Existe algo así como América Latina?

¿Existe algo así como América Latina?

miércoles 01 de diciembre de 2010, 14:48h
Para muchos podría significar algo completamente fuera de lugar el cuestionar la existencia del continente latinoamericano con plena identidad, no solamente cultural, sino inclusive con identidad política y económica. El conjunto de los países atestiguan que América Latina es una realidad de hecho, a la luz de nuestras experiencias históricas y varios convenios internacionales de integración, en los cuales se reivindica la posibilidad de obtener una región con unidad e intereses comunes

Si bien la existencia de América Latina como la conocemos ahora es una verdad evidente; es decir, se mantiene como un conjunto de países con Estados independientes y regímenes de gobierno propios, esto no siempre fue así. La configuración de los países que constituyeron las colonias de España entre 1492 y 1825, también puede ser reinterpretada como parte del desarrollo de la “modernidad occidental”. Ésta representa una invención europea proveniente de la Ilustración. Fueron la colonización y el nacimiento del “Nuevo Mundo” que están íntimamente ligados a la expansión de los mercados y el capitalismo como un sistema mundial cuya cara de dominación internacional, precisamente se expresó con violencia en la colonización española, portuguesa, francesa, inglesa, etc. La identidad socio-política e histórica de América Latina no puede desprenderse del pasado colonial que la inventó como un escenario para “extraer riquezas” y acumular capital.

Este tipo de discusiones respecto a la “genealogía” de las identidades culturales y la idea de América Latina, como un teatro de contradicciones y enfrentamientos político-ideológicos de la combinación entre modernidad junto a la colonialidad, es profundamente analizado por algunos autores como Walter D. Mignolo, profesor de la Universidad de Duke. Mignolo escribió el libro “The idea of Latin America”, por encargo de uno de los editores de la empresa Blackwell Publishing Ltd., con el objetivo de sintetizar las orientaciones teóricas que viene cultivando en materia de epistemología de fronteras y colonialismo como expresión de una modernidad destructiva. La traducción en español fue publicada por Gedisa en Barcelona, bajo el título: “La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial”.

Es fundamental discutir con detenimiento de qué manera los diversos regímenes políticos post-coloniales en América Latina, contribuyeron a preservar algunas prácticas coloniales como la exclusión y la discriminación racial de los indígenas. Nuestro continente sigue mirándose como un subproducto de la modernidad, aspirando a convertirse en un grupo de países desarrollados al estilo Europeo y Estadounidense, pero sin reconocer que la autonomía en el desarrollo deba romper con un pasado de inferioridad, así como combatir la desigualdad, segregación y discriminación que nos dejó la modernidad colonial, la cual tristemente se mantiene hasta en las democracias de hoy día.

Paralelamente, las luchas entre élites terratenientes, militares e intelectuales de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, ayudaron a distinguir que los Estados independientes en América Latina todavía respiraban por las heridas de la colonización. Nuestros Estados son instituciones débiles que, en muchos casos, forzaron la delimitación de sus fronteras y protegieron un trauma colonial al sentirse siempre menos que el Occidente europeo, o sometido a la hegemonía de los Estados Unidos.

Los llamados doctores de la ley en muchos países como México, Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Argentina o Chile, prefirieron los pactos elitistas, o la conformación de partidos políticos que se caracterizaban por una lucha política excluyente, donde las mujeres, los indígenas y las identidades múltiples fueron reprimidas, despreciadas y condenadas a su desaparición, utilizando el argumento de la modernidad, entendido como una purificación de los indios, del pasado colonial, y de distintas identidades de segunda categoría, cuando en los hechos, las élites y el continente se estaban negando a sí mismos.

Los planteamientos de Mignolo sobre la necesidad de insistir en la descolonización de América Latina, ayudan a repensar que ser moderno en la región, durante largo tiempo significó acoger un tipo de Estado que centralizara las decisiones, que pueda industrializarse y llevar adelante la construcción de las naciones latinoamericanas de carácter “obligatoriamente homogéneo”; sin embargo, actualmente podemos ver que estas aspiraciones tienden a fracasar pues América Latina posee en su interior una efervescencia que trasciende más allá de la modernidad, más allá de la élites del mercado mundial y todavía trata de reconstruir “lo nuestro” con sus variadas identidades negras, indígenas, criollistas, urbanas, etc. Estamos en el territorio de las búsquedas “descolonizadoras” y, posiblemente, genuinamente democratizadoras.

Si bien una sola identidad moderna y adaptada a las condiciones de la globalización económica, es imposible en América Latina debido a su diversidad étnico-histórica, entonces tampoco puede hablase de ningún tipo de esencialismo. Esto significa que el continente abandone los extremos esencialistas, tanto de la homogeneidad cultural como los modelos únicos de desarrollo, sea el industrialista, de mercado o las presiones para cualquier patrón de consumo o estilo de vida a imitación de las potencias industrializadas.

El gran problema surge cuando las identidades locales, indígenas, particulares y regionalistas se transforman también en otro conjunto de esencialismos, cerrando la posibilidad de efectuar diálogos alternativos y democráticos. En el siglo XXI, América Latina tiene el difícil reto de reinventarse como continente diverso y como oportunidad democrática para el fomento de una convivencia tolerante y múltiple, redefiniendo también sus proyectos de desarrollo en una era de riesgos, cosmopolitismo y el reconocimiento de varias limitaciones junto al logro transformaciones más humanas.

Franco Gamboa Rocabado, sociólogo político, miembro de Yale World Fellows Program, [email protected]
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