Aquí no acaban las disputas

Quien crea que la sentencia por la masacre de Madrid que ha leído el juez Gómez Bermúdez pone fin a las disputas por el 11-M se equivoca: no conoce la tozudez -cerrazón mental, más bien- de los que han sustentado contra toda información y lógica la teoría de la conspiración. Esta sentencia, como no podía ser de otra manera, queda abierta: condena a los culpables materiales, pero deja abierta la puerta para seguir buscando a los ‘inductores’ o a los ‘autores intelectuales’. Es la vía de escape para que aquellos que, más que equivocados, mintieron descaradamente sobre unos hechos gravísimos.

El hecho de que Rabei Osman, alias “Mohamed El Egipcio”, haya sido absuelto, para muchos no es más que la garantía de que los tribunales funcionan -ciertamente, las pruebas contra este siniestro personaje no estaban cogidas ni con alfileres-. Pero, para otros, con un pensamiento muy poco juicioso, es la evidencia de que hay un inductor detrás, alguien que dio la orden, alguien que lo planificó, alguien que lo estructuró, alguien que, en definitiva, es el gran autor de la ‘matanza de Madrid’ y que ése ni es conocido ni ha sido condenado.

Y, claro, esos personajes ‘conspiracionistas’ volverán a decir ahora aquello de que “al autor intelectual no hay que buscarle en montañas lejanas”. ¿Habrá que buscarle en alguna calle célebre de Madrid, como han insinuado ciertos desalmados de la pluma? Además, no importa que la sentencia diga expresamente que ninguna prueba vincula a la organización terrorista ETA con los atentados –mazazo total para ‘esos’ comspiracionistas-, porque con lo que ya se han quedado algunos es con que la sentencia no menciona siquiera de pasada que el atentado pudo tener relación con la aportación española a la infame guerra contra Irak. El honor de Aznar y los suyos queda salvado y los conspiracionistas ya tienen nuevas alas para hacer volar su imaginación.

Y esos mismo personajes, probablemente, pasarán de puntillas por el hecho de que el tribunal de este juicio haya destrozado por unanimidad uno por uno todos los puntos de la teoría conspiracionista, y que así, expresamente, haya puesto de relieve las mentiras -no equivocaciones periodísticas, sino expresamente mentiras- que alguna prensa ha venido publicando desde que el PP perdió las elecciones generales el 13 de marzo de 2004.

Ahora ya sabemos que la furgoneta Renault Kangoo encontrada en Alcalá de Henares no estaba ‘vacía’, sino que contenía realmente detonadores -como los que se encontraron en el piso de la calle Carmen Martín Gaite, de Leganés, y de la finca de Chinchón- y hasta un buen número de objetos que eran del propietario del vehículo. Y ahora sabemos que la mochila de Vallecas es realmente la mochila de Vallecas y que no falló ‘la cadena de custodia’, otro mazazo para engañados y resentidos. Y es importante este dato, porque toda la investigación posterior partió de esa mochila: de haberse invalidado la prueba, todo lo demás podría ser considerado una manipulación de ¿los servicios secretos?

La teoría de la conspiración se ha desvanecido como el humo; el juez Gómez Bermúdez la ha hecho trizas, y lo ha hecho de forma meticulosa, sin piedad.

Pero para ‘esos’ conspiracionistas no va a ser bastante.

No, no se han acabado las disputas. Lamentablemente.