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La Justicia, sus líos y sus liantes

La Justicia, sus líos y sus liantes

martes 22 de junio de 2010, 13:06h
Hoy más que nunca confío en el Estado de Derecho y en uno de sus pilares básicos, la Justicia. Una justicia que está hecha a base de trabajo serio y riguroso por profesionales que saben que tienen la encomienda pública de que prevalezca la verdad con todas sus consecuencias.

En los últimos tiempos estamos asistiendo en nuestro país a una diabólica e indiscriminada cacería de aquellas instituciones públicas empeñadas en que brillen con luz propia las virtudes públicas de transparencia y honestidad. Una cacería que apareja la persecución atroz y permanente de todos aquellos profesionales que sirven a esas instituciones.

La cacería, con una organización algo difusa, busca anular los posibles efectos políticos perniciosos que aparejarían determinados veredictos judiciales para personas y colectivos concretos. Una vieja reacción humana: como lo que diga el Estado me va a hacer daño, trataré por todos los medios de que no lo diga y, para eso, si es preciso, le sacudo a quienes hacen Estado. Es obvio que la orquesta de la deslegitimación de Estado, que al final eso es lo que queda, la han montado políticos sin escrúpulos y medios de comunicación afines, y que su arte consiste sencillamente en tratar de matar al mensajero. Causas judiciales como las Gürtel, Garzón o Faisán encuentran similitudes sólo en las campañas de desprestigio sistemático que rodean a quienes pacientemente las trabajan, a policías, fiscales y jueces que andan preocupados de que se esclarezca la verdad soportando el ruido de fondo de tanta marabunta política y mediática que seguro, justo es reconocerlo, les generará como mínimo inquietud intelectual. Conste que ya hubo un precedente en campañas de desestabilización institucional como fue la causa del 11 M, en la que un partido político y sus secuaces mediáticos arremetieron salvajemente contra todo lo que decían las instituciones públicas, también contra quienes las servían con su trabajo concreto, y que contradecía las disparatadas tesis que mantenían aquéllos.

Y por eso es porque afirmo desde el principio mi confianza ciega en el Estado de Derecho. Como conozco por dentro el real funcionamiento de una Justicia que, pese a tener defectos, es una de las Justicias más seguras y fiables del mundo, es por lo que estoy convencido que acabaremos conociendo a los corruptos que de verdad trapichearon y mangonearon a la sombra del PP, sabremos si las equivocaciones del juez Garzón son delito, que creo que no, e identificaremos al chivato de ETA en el bar Faisán. Exactamente igual que en su día conocimos cómo se llevó a cabo la matanza del 11 M en Madrid y quiénes fueron sus ideólogos, autores materiales y cómplices. Lo sabremos porque el esfuerzo de muchos profesionales acabará dando sus frutos. Y lo sabremos pese a quienes parece que sistemáticamente tratan de enredar y liar a, con y contra la Justicia.

Será entonces cuando tengamos que sacar las conclusiones políticas correspondientes sobre lo que dicen los jueces en todos esos casos y, también, cómo no, sobre la actitud indecente y antidemocrática de quienes hicieron política de la peor especie con todos esos asuntos y vilipendiaron a tantos y tantos profesionales de distintos nobles y justos oficios.
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