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Y después de la presidencia europea, ¿qué?

martes 22 de junio de 2010, 12:32h

A España le ha tocado presidir una UE paralizada e inmersa de lleno en una crisis financiera y de confianza mundial. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a su vez, ha tenido y tiene que capear el 'temporal' con una crisis propia, sin precedentes en la historia económica española por el alcance y la rapidez en el deterioro de los indicadores. Nunca los ratios de déficit público, paro y deuda habían crecido mes a mes con tanta rapidez (con descensos en porcentaje de dos dígitos), lo que indica que la caída del sector inmobiliario, nuestro talón de Aquiles, no es el único problema estructural de nuestra economía.

Con este panorama, la pregunta en España no es qué va a pasar con la crisis económica, sino después de la crisis. Me explico: el consenso de los economistas apunta a que la salida del ciclo va a ser una larga llanura sin apenas crecimiento y con una alta dosis de paro a cuestas. Salir de la crisis en tres años se complicará más si las reformas estructurales no son las adecuadas.

La urgencia de Bruselas por reformar en profundidad las economías, sobre todo las mediterráneas, no es banal: el mundo está cambiando con una rapidez nunca vista y desde la UE se percibe con preocupación que Alemania y Francia no serán como siempre las ruedas que tiren del carro de la recuperación. Se percibe un nuevo campo de juego económico que a grandes rasgos cuenta con volúmenes de crédito significativamente menores, déficit públicos difíciles de dominar y un petróleo sometido a intensas presiones por parte de China e India, devoradores de materias primas. El uso y la dependencia de la energía va a ser el gran problema de nuestros sistemas económicos en un futuro inmediato.

Los datos están ahí: Alemania ha perdido el trono de líder de las exportaciones, siendo superada por Japón y China, sobre todo. Y Alemania lo sabe: todo su plan de reformas va encaminado a mejorar la competitividad de las empresas y a invertir en educación y tecnologías. Francia ha emprendido una reforma en profundidad de su sistema de pensiones y de prioridades de gasto para combatir su problema de envejecimiento de la población.

En paralelo, la deuda que emiten los estados para hacer frente a un gigantesco déficit entre los ingresos y los gastos de los estados está siendo comprada también por China, que aunque aún no es el principal prestatario aún, va camino de serlo por la rapidez con la que crece el volumen de lo adquirido. En España es ya el tercer comprador de deuda, por detrás de Francia y Alemania, pero los últimos datos disponibles revelan que mientras en 2000 solamente poseía el 2% del total, en 2009 se situó ya en el 18%.


Dónde está España

En esta economía de la globalización, ¿qué esta haciendo España? Una vez más, el Gobierno español aspira -como sus homólogos del PP o del PSOE en las anteriores ocasiones- a que escampe. Es decir, a esperar a que Alemania tire de nuestras exportaciones, y volver a repetir el modelo productivo basado en mano de obra intensiva barata y construcción.

Para ello, necesita que se absorba el stock -difícil si las entidades financieras no levantan el freno al crédito y no lo harán mientras no resuelvan sus problemas de liquidez y en algunos casos de solvencia- y abaratar de nuevo el nivel salarial español. Las medidas que ha tomado -congelación salarial de funcionarios que se trasladará al sector privado-, de pensiones y abaratamiento del despido, van en esa línea, y han conseguido de momento reducir en torno al diez por ciento de media el nivel salarial español, ya que es imposible recurrir al sistema de devaluar la moneda, como hiciera el ex ministro de Economía Carlos Solchaga en su día. Pero sigue sin resolver el problema de competitividad y de productividad del sistema.

El modelo de economía sostenible, 'vendido' como la gran apuesta del Gobierno Zapatero para enterrar de una vez el modelo del ladrillo, se ha quedado en agua de borrajas, superado por la crisis. Y ser más productivo a costa de despedir plantilla en las empresas no parece ser el mejor camino para competir en el tablero de la economía globalizada. Como tampoco parece que tirar de vivienda y AVE vaya a resolver nuestra necesidad de crecimiento económico futuro. Y lo que es más preocupante, tenemos un Gobierno, un presidente de Gobierno,  sin asesoría económica ni ganas de tenerla.
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