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Los barones territoriales, al teléfono

jueves 13 de marzo de 2008, 12:22h
Uno de los efectos casi inmediatos de unas elecciones consiste en el casi automático proceso de reclamaciones de los ‘barones’ territoriales, que, cuando han obtenido buenos resultados, comienzan a atosigar a sus jefes nacionales pidiendo representación y poder en los órganos centrales. Ha resultado evidente en Madrid, donde la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, o más bien algunos en su entorno, han querido jugar un papel en el confuso -y finalmente frustrado, menos mal- proceso de sucesión de Mariano Rajoy. Ahora, la pugna soterrada en el Partido Popular se da entre la propia Aguirre, que quisiera situar a Manuel Pizarro como portavoz parlamentario, y el presidente valenciano, Francisco Camps, que pretende colocar en ese importante puesto a Esteban González Pons, al fin y al cabo vencedor en votos sobre la vicepresidenta Fernández de la Vega en la circunscripción valenciana en las pasadas elecciones.

Pero también en el campo socialista asistimos a las presiones de algunos ‘barones’, que no quieren perder representación en Madrid a la hora del reparto de cargos, influencias y carteras. Es más: alguno de estos ‘barones’, como el president de la Generalitat, José Montilla, trata de imponer una política de pactos a Zapatero: en la mismísima noche del domingo electoral, telefoneó al presidente para advertirle de que el PSC no toleraría un acuerdo global con Convergencia i Unió de cara a la investidura y al resto de la legislatura. Además, por lo que se va sabiendo, la confección del gobierno se le vuelve a complicar a ZP, no solamente por la necesidad de mantener la paridad entre ministros y ministras, sino también porque habrá de atender a criterios de ‘representación territorial’, colocando al frente de algunas carteras a catalanes, andaluces, aragoneses y a algún castellano-manchego, según se asegura.

Puede que estas presiones ejercidas sobre los líderes máximos de los partidos puedan sonar, en principio, como algo inconveniente, pero yo no estoy tan seguro de ello. Lo cierto es que ni Zapatero ha ganado las elecciones en solitario, ni Rajoy ha visto aumentado su número de votos en casi 400.000 solamente debido a su persona. Los ‘barones’ territoriales lo son en función de que controlan aparatos partidarios y recaudan apoyos ciudadanos traducidos en votos. Otra cosa es, desde luego, que algunos pretendan, desde la periferia, conducir la vida política nacional, lo cual fue una práctica bastante extendida, especialmente desde Cataluña, en la pasada legislatura.

En lograr el adecuado equilibrio, de manera que ni los ‘barones’ se conviertan en quienes dicten lo que hay que hacer o evitar, ni los líderes máximos de los partidos puedan ejercer su voluntad omnímoda individualmente, radicará buena parte de la sabiduría en el comportamiento tanto de Rajoy como de Zapatero en los próximos años.
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