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Padania

Padania

martes 15 de abril de 2008, 18:32h

La Liga Norte de Umberto Bossi, tras los buenos resultados electorales de ayer, se sube al carro de Silvio Berlusconi. Los del Nordeste de Italia acuden raudos en socorro del vencedor. Al fin y al cabo, con todos los matices que se quiera, Berlusconi es uno de los suyos o viceversa. El difuso, aunque nada mítico, territorio de la Padania, potente económicamente, de unos años –demasiados-- a esta parte ha visto florecer –es un decir—el discurso social y tributariamente darwinista de la Liga Norte. (En realidad, el corpus ideológico de Bossi se abreva  en fétidas fuentes decimonónicas: Gobineau, Sabino Arana y por ahí todo seguido, racialmente a la derecha. Cójanse algunas de las prédicas del fundador del PNV y sustitúyase maketo por calabrés, corso o siciliano y ya tenemos un discurso del tal Bossi). 

Los de la Liga hablan del centro castrador (por Roma, la capital de la República) y del Sur pedigüeño, a fuer de vago y deseoso de recibir cuantiosas subvenciones. Neoconservadurismo en estado puro. Menos Estado (léase, impuestos) y más poderes locales: y, por supuesto, el que estorbe, fuera de la Padania. Otra cosa no, pero la formación de Bossi habla claro. Sin complejos. Cosa que rentabiliza electoralmente, pese a la mayoría absoluta en ambas cámaras del potentado milanés.

“El pueblo de la Libertad”, la formación construida ad hoc por Berlusconi para estos comicios, parlamentariamente no necesita para nada a la Liga Norte. Pero, en cambio, este grupo extremista, es la coartada que precisa Il Cavaliere para hacer más tragable, fronteras adentro de Italia, su propio discurso. Sólo algo más populista y formalmente menos xenófobo que el de Bossi. Lo que alguno de los adláteres del padano solventarían hundiendo pateras de inmigrantes a cañonazos, Berlusconi lo arreglaría mediante deportaciones masivas. Y otrosí sucede con los impuestos. Bossi está a un telediario de poner un tipo impositivo del 0,25%. En cambio, Berlusconi, dice simplemente que los impuestos son caros y hay que bajarlos. Sus seguidores, especialmente en el segmento de los empresarios, son más eclécticos todavía: defraudar sistemáticamente a la Hacienda pública todo lo que se pueda. Luego, cuando se monte una escandalera social ante la magnitud cuantitativa y la extensión del fraude, con el bueno de Silvio en el Palazzo Chigi (sede del Gobierno italiano) y su mayoría en ambas cámaras, ya se legislará benévolamente con efectos retroactivos. Si ha servido en los dos anteriores gobiernos del millonario milanés, bien puede servir en este tercer episodio de su carrera política…

Y, aunque nunca resulta recomendable hacerlo, por tratarse de magnitudes heterogéneas y, por tanto, no comparables entre sí, convendría darle un vistazo –en clave y con ojos españoles—al triunfo electoral de Silvio Berlusconi. A más de uno de los conspicuos miembros del thin tank del Partido Popular los ojos, anoche, le debieron hacer chiribitas. Tal y como está internamente el primer partido de la oposición, en busca del liderato y del Gobierno perdidos, las tentaciones las tentaciones de seguir la vía Berlusconi de regreso a La Moncloa deben ser fortísimas. Que, ideológicamente y caso de haberlas, no existen tantas diferencias entre Esperanza Aguirre y Don Silvio. Ambos están por liquidar el sector público del Estado…
 

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