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Una oportunidad para Rajoy

jueves 12 de junio de 2008, 12:55h
Sé que me encuentro entre los pocos que apuestan por un futuro político brillante para Mariano Rajoy. Y, sin embargo, pienso que el presidente del Partido Popular, que resultará reelegido por abrumadora mayoría en el congreso de los ‘populares’ en Valencia dentro de poco más de una semana, tiene posibilidades de mantenerse al frente del partido, en el liderazgo de la oposición y hasta tendría, por qué no, expectativas razonables de ganar las elecciones y llegar a La Moncloa. Claro que no será fácil, ni faltarán espinas en el Via Crucis. Pero es posible.

Rajoy me ha sorprendido favorablemente, debo reconocerlo, desde el 9 de marzo: ha aguantado embestidas mediáticas durísimas, presiones internas y externas, incomprensiones y deserciones de algunos a quienes él consideraba de los suyos. Cierto que ha cometido errores sin cuento y sin posible justificación: ni ha sido capaz de contar con varios de sus fieles colaboradores, ni ha salido oportunamente a los medios para contrarrestar a los ‘enemigos’ ni ha mantenido una estrategia de contraofensiva más allá de atarse al palo mayor y resistir la tempestad. Pero ello, al parecer, ha bastado, porque el ‘frente crítico’ estaba desunido, era débil al faltarle los suficientes apoyos territoriales y, para colmo, estaba sujeto a la demasía de ciertos análisis, barajados sobre todo en los ambientes periodísticos más hostiles, totalmente alejados de la realidad.

Le ha faltado a Rajoy explicar a la ciudadanía que su voluntad consiste en construir una formación más claramente orientada a un centro político de lo que lo estuvo en la anterior legislatura, en la que convivían ejemplos de moderación junto con arranques ciertamente extremistas, primando el ‘no a todo’ sobre otras consideraciones más flexibles. Rajoy estaba entonces sometido a presiones que ahora se ha sacudido. Pero ahora, tras este XVI congreso nacional del PP, tendrá que hacer lo que hasta aquí no ha hecho, habrá de lanzarse a la búsqueda de consensos no solamente con los nacionalistas y con otros partidos regionalistas, sino también con los propios gobernantes socialistas. Habrá de hacerse un lugar al sol, evitando esa tremenda soledad de la que en algún momento se permitió alardear el Aznar de la mayoría absoluta; ocurre que pasó el tiempo de las mayorías absolutas y, presumiblemente, va a tardar en volver. Al menos, para ‘este’ Mariano Rajoy.

Pero 'este' Mariano Rajoy va a salir de 'su' congreso indudablemente fortalecido; otra cosa constituiría una sorpresa tan grande que casi hay que descartarla. A partir de ahí, tiene que labrarse el futuro, que cuenta con escollos a la vista ciertamente importantes, como dos elecciones autonómicas tan complicadas como las vascas y las gallegas, o los comicios europeos, ante los que el PP parte con perspectivas como mínimo difíciles.

Pero no menores dificultades va a tener la legislatura para Zapatero: la crisis económica ya ha empezado a tener su reflejo en la calle  -no hay nada tan devastador como las imágenes de los camiones ardiendo o de los enfrentamientos de trabajadores con la policía, para no hablar del terrible fantasma, que tanto nos asustó, del desabastecimiento-. Y muchos de los problemas que coleaban desde la anterior legislatura van a presentarse de nuevo reclamando las soluciones definitivas que entonces no pudo dárseles: ETA, las crisis territoriales, algunas quiebras del Estado, la reforma constitucional, la crisis de las instituciones y el ‘veredicto’ que viene sobre el Estatut de Catalunya, por poner solamente algunos ejemplos. A los que podríamos añadir varios otros: la reordenación del sector energético, sin ir más lejos. O la cohesión, nunca lograda, entre los departamentos económicos.

Retos muy difíciles que, sin duda, desgastarán no poco a un gobierno que, en estos momentos, vive en estado de gracia y de euforia, pese a los primeros tropezones de una coyuntura económica de la que no es culpable directo, pero que el Ejecutivo está gestionando como con desgana. Todo depende de que Mariano Rajoy, que ya ha definido dónde terminan sus alianzas y que ha aprendido no poco de los sufrimientos de los tres últimos meses, sepa aprovechar las oportunidades, nunca tan claras como ahora.
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