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Europa sin pausa

Europa sin pausa

martes 01 de diciembre de 2009, 18:46h
El 1 de diciembre de 2009 se incorpora como una importante fecha a la historia de la Unión Europea al entrar en vigor el Tratado de Lisboa que reforma el viejo Tratado de las Comunidades Europeas poniendo el punto final a la Comunidad para dar paso a la Unión y otorgar la personalidad jurídica internacional regida desde ahora por el Tratado de la Unión también reformado y por el Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión, el primero como gran texto constitucional que ademas contiene un importante desarrollo de la Política Exterior de Seguridad y Defensa al tiempo que concede rango vinculante a la Carta de Derechos Humanos de la Unión Europea.

Ha tenido que pasar la primera década de este siglo XXI para que después de varias tentativas, alguna de ellas excepcionalmente relevantes como el intento de lograr un Tratado Constitucional elaborado por una Convención y por tanto introduciendo una gran novedad al clásico sistema intergubernamental de elaboración de los Tratados, nos permita tener desde hoy un nuevo y gran instrumento jurídico y político que hace a la Unión más fuerte, mas segura, mas sólida y más cercana a su objetivo trascendente de convertir a la Unión Europea en una pieza sólida de la articulación del mundo global.

Muchos piensan que ha sido demasiado tiempo el que se ha tardado en lograr este nuevo e importante Tratado si se cuenta que el Tratado anterior, el de Niza se firmo el 26 de febrero de 2001, pero esto no es así porque desde el Tratado del Mercado Común hasta el Acta Única pasaron 29 años, y desde el Tratado de la Unión hasta ahora han pasado 17 años. Así que estos tres Tratados son los grandes hitos de la historia de la construcción Europea, por eso el 1 de diciembre de 2009 se puede considerar ya una fecha histórica.

Pero no ha de olvidarse que en el corto plazo de esta primera década del siglo XXI son ya varios los momentos trascendentes de este gran proyecto político y jurídico único en su dimensión y resultados en la arquitectura de la integración mundial. Recordemos de nuevo la entrada de la moneda única, el euro, el 1 de enero de 2002, el gran elemento federalizador de Europa, recordemos la propia Convención y su resultado firmado por los Jefes de Estado y Gobierno el 28 de octubre de 2004, el Tratado Constitucional que no solo ha dejado huella sino que también ha transferido una parte importante de su contenido a este Tratado de Lisboa. Recordemos asimismo la Europa de los 25 que empezó a funcionar el 1 de mayo de 2004 ampliada en 2007 a la Europa de los 27 y recordemos otros grandes hitos, entre otros la puesta en marcha del Protocolo de Kyoto cuya revisión y renovación se decide en la próxima semana

Finalmente concluyamos con esa nueva imagen renovada del nuevo Parlamento, la nueva Comisión, el nuevo Consejo con la figura de un Presidente de Europa y de un máximo representante para la Política Exterior y sobretodo tengamos en cuenta el importante marco legislativo que la Unión Europea ha construido y que vincula a un potente escenario de 27 países y cerca de 500 millones de habitantes, para los que las instituciones europeas trabajan en firme día tras día, en múltiples políticas comunes. Visto de esta manera no se ha perdido ni un día desde que hace casi sesenta años Jean Monnet diseñará un proyecto de Federación Europea bajo la llamada “política de los pequeños pasos”, o política funcionalista, sin prisa pero si pausa.
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