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Aznar quiere reescribir la historia

Aznar quiere reescribir la historia

martes 05 de mayo de 2009, 14:12h
Con la cara más chupada, lo que era el bigote convertido en una sombra para que no claree, por contraste, la melena oscura más o menos aleonada, José María Aznar mantiene impertérrito el gesto adusto, aunque no se haga acompañar siempre de la nobleza del negro perro labrador con el que se hizo retratar en la portada de una revista afín.

Argumenta Jaime Mayor Oreja, que ahora en campaña aparece como su hijo predilecto, que su cara de mala leche permanente le sirvió a los agricultores españoles para imponerse en Europa cuando el gobernaba, no como ahora que “sonrisas Zapatero” –sic- “les deja sin llegar a fin de mes por la política agraria europea”. Y es que tanto Aznar como sus acólitos parecen actuar como si fuera cierta aquella maldad que un día soltó, como si nada, José Bono: “Aznar parece un presidente en el exilio”. Y como tal cada vez que tiene un resquicio reivindica su legado, a decir de los suyos,  tan injustamente olvidado. Estas elecciones europeas que han dado el liderazgo en las listas a lo más integrista del PP, son el resquicio del presidente de FAES para recordar al país entero lo mucho que le debemos.

Puestos a reivindicar lo suyo ahora resulta que le debemos el cambio en Euskadi.

La nueva reclamación a la historia, que tan injustamente le posterga, es el cambio en el País Vasco. Dice que Patxi López y el PSOE le deben casi la lendakaritza a Jaime Mayor Oreja, es decir a él, José María Aznar,  impulsor del frentismo, entre el PSOE y el PP, en el País Vasco en las elecciones de 2001. Hoy se lo ha dicho a su protegido: “si la generosidad no fuera anatema en nuestra clase política te tendrían que dar las gracias, Jaime”. Resulta que en aquel entonces Mayor Oreja y Nicolás Redondo, que se presentaron en plena sintonía, sumando sus escaños se quedaron con 32, a uno solo de los 33 que sacó el PNV, quien gobernó luego cómodamente gracias a los apoyos de la izquierda abertzale. El “logro” del tandem injustamente denostado, según  Aznar, fue la reacción del voto nacionalista, que obtuvo más escaños que nunca en su historia. Tanto Mayor Oreja como Nicolás Redondo  tuvieran que abandonar, antes o después, las riendas de sus respectivos partidos en Euskadi. El primero en dirección al cementerio de elefantes del Parlamento Europeo, casi como premio de consolación porque el José María Aznar que ahora tanto le quiere ni siquiera se planteó nombrarle sucesor cuando prefirió a Mariano Rajoy sobre Rodrigo Rato. Nicolás Redondo, por su parte, tuvo que abandonar la dirección del PSE, que con el a la cabeza había cosechado su peor resultado y prácticamente ha abandonado la politica . Ocho años después nada queda de ellos en sus organizaciones vascas. Ni siquiera el imprescindible Antonio Basagoiti tiene nada que ver, más bien al contrario, con la dimitida María San Gil, heredera de Mayor Oreja e icono del integrismo en el PP. No ha habido frente constitucionalista y esta vez el PP se ha unido, con menos escaños que nunca, a la alternativa del socialista Patxi López. Los dos se han beneficiado de la ruptura de EA con el PNV y de la incapacidad de éste de recoger el voto abertzale que, por primera vez, no tenía candidaturas legales. Nada que ver con lo que acontecía hace 8 años. Pero al ex presidente del Gobierno le da igual.

Mayor Oreja ha cedido el protagonismo a Aznar en la precampaña y un cierto olor a rancio ha invadido los actos del PP. Se inició con una concesión a la nostalgia y al morbo con la foto “tal como éramos” del primer gobierno popular de 1996 en un megagaláctico y superlujoso hotel de Madrid con el ex presidente como máxima atención. Luego el gran jefe de FAES se hizo la siguiente foto, esta vez sin sus ex ministros pero con el noble y negro perro labrador para proclamar como un iluminado: “conmigo en el Gobierno no habría crisis”. El tercer acto de esta comedia ha sido en el hotel Ritz: Ha dicho Patxi López tendría que darle las gracias a Jaime Mayor Oreja, o sea, a él, gran impulsor de aquel frente, por ser lehendakari… Ahora también intenta reescribir la historia. No parará…
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