Ha sido este miércoles una jornada de revuelo en Diariocrítico y Madridiario. A las seis de esta mañana, los encargados de abrir el periódico descubrían que, de madrugada, y en las escasas horas en las que estos periódicos ‘hermanos’ permanecían sin vigilancia, alguien había entrado por una ventana, desconectado las alarmas, inspeccionado cajones y despachos y se había llevado algunos ordenadores, teléfonos móviles, cámaras y cierta documentación destinada a la elaboración de informes periodísticos.
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¿Qué buscaban los ladrones? ¿Solamente ordenadores y una cantidad en metálico destinada al pago de los gastos más inmediatos? Parece difícil creerlo. Sabían dónde buscar papeles, qué ordenadores llevarse. Un periódico, cualquier periódico, no es una fábrica de tornillos; el material que contiene puede resultar especialmente sensible, las informaciones contenidas en sus ordenadores, tratadas en bruto y sin cautelas, pueden perjudicar a mucha gente intachable.
Quienes entraron en la madrugada del miércoles en diariocrítico y madridiario sabían lo que hacían: cómo callar una alarma, cómo encontrar lo que buscaban sin hacer demasiado ruido, cómo salir sin ser notados. Robaron material que de nada sirve a un ladrón común, pero que sí puede ser muy útil para otros propósitos y fines malévolos. Ojalá nos equivoquemos y esta acción delictiva se limite a un robo de los bastantes que cada día, digan lo que digan las estadísticas, se cometen en Madrid. Otra cosa sería muy peligrosa, en unos momentos en los que numerosos medios de comunicación se encuentran sin medios suficientes para defender su privacidad y sus contenidos. ¿A quién le aprovecha asaltar un periódico digital como este?
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