La carrera armamentista, las tensiones fronterizas y las rupturas de relaciones diplomáticas y hasta comerciales que se suceden vertiginosamente en Sudamérica tienen ahora un colofón curioso.
Se trata del llamamiento a las armas del coronel Chávez. Los deseos superan a la realidad, pero son buenos pretextos para “entretener” oportunamente a sus gobernados.
Es la vieja estrategia de la plaza sitiada, de uso habitual en los países del campo socialista, cuya desaparición se conmemoró ayer y cuyo símbolo más notable y siniestro fue el Muro de Berlín, frontera de la guerra fría hasta 1989.
Vuelve la consigna de la patria en peligro y hay que darlo todo por la patria. El “ahí viene el lobo”, también de la cuentística infantil tradicional, que permite ocultar con eficacia el mal manejo de la economía, la inseguridad ciudadana, las trapacerías, la corrupción, la demagogia, las promesas repetidas hasta el cansancio, los proyectos faraónicos que no se concretan, y el reparto no de la riqueza, sino de la miseria.
Esa es la desvergonzada cortina que este Mambrú de nuestro tiempo y sus pariguales del resto del continente emplean para ocultar a sus pueblos, y en especial a sus seguidores, la suma de sus desafueros y derroches, imprevisiones e ineptitudes.
Ejemplos de tanto y tan grave cinismo político abundan en la historia, en esa que terminó con la caída del Muro de Berlín. Este vocinglero e insensato Mambrú, por cierto, nunca irá a la guerra, ni sus familiares, ni sus allegados. Si llega a haber guerra, los muertos los pondrá el pueblo.
Si (
No(
