Música

Crónica de Dawes y Robert Ellis en la Sala Sol de Madrid

El "canyon sound" se sirvió en directo

Adriana Ortiz | Viernes 02 de marzo de 2012
Ya lo comentamos en la previa que escribimos sobre el concierto: este cuarteto californiano prometía... Y así fue. El concierto que dio el grupo Dawes, teloneado por Robert Ellis, en la Sala Sol de Madrid y de la mano de Heineken Music Selector, fue el concierto del mes. Aunque algunos ya se han atrevido a aventurar que también se proclamará como el concierto del año pero eso, todavía, está por ver.

Impresionante la puesta en escena la que dieron en la Sala Sol de Madrid, Griffin Goldsmith (guitarra y voz), Wyle Gelber (bajo), Tay Starhairn (teclados) y Wylie Gelber (batería), componentes de Dawes. Consiguieron mecer a un público que no dejaba de sonreír ni mover los pies de un lado al otro con su rock sureño recién -como quien dice- traído de la mismísima California. Aunque ya cuentan con dos discos a sus espalda y tres conciertos en España -el de la Sala Sol fue el último- se nota que les gusta dejarse la piel en el escenario.

Está claro que un buen concierto en directo salva la semana -y muchas veces la vida- a cualquiera. Y después de escucharlos repetidas veces en Spotify -que ya de por sí conseguían ponerme los pelos de punta- en directo ya es incontable la cantidad de emociones que despiertan. Primero con sus 'baladas' susurradas y rasgadas, segundo con el sentimiento y la emotividad con la que hacen música -de la de verdad-, y tercero porque el compendio del grupo, cada uno con lo suyo, congenian a la perfección.

Y eso el público lo notó, ya no sólo en sus grandes éxitos "Time spent in los Angeles" (Notihng is wrong -2011-) y "When my time comes" (North Hills -2009-), sino porque también fue respetuoso y guardó la compostura durante casi las dos horas que duró el concierto. Supo estar silencio en las canciones lentas, y tararear -con cuerpo y algo de voz- las canciones con estribillos repetitivos (que no cansinos). A los Dawes les sienta muy bien ese aire californiano, arraigado en la memoria de las carreteras largas y el sol que pega fuerte.

Dawes es ese tipo de grupos de country que no cansan. Tienen registros y variedad en su repertorio que consiguen empatizar con quienes los escuchan y llegar a lo más hondo de sus sentidos. Un poco de caña a la guitarra eléctrica, aderezado con un buen ritmo de batería, mecido por un bajo que no pasaba desapercibido y un teclado que ponía la guinda al pastel. Fue así como consiguieron teletransportar -en tiempo y espacio- al público de la Sala Sol. Y esta sala, que ya de por sí cuenta con una acústica muy decente, terminó por 'envolver' tan preciado concierto con luces a medio gas, lo que convirtió en íntimo el concierto del cuarteto. Parecía que estaban en nuestro salón.

Una sensación que también supo consolidar Robert Ellis, quien teloneó a los Dawes, con su guitarra y luces caídas. Lo suyo fue la guitarra, eso quedó claro. Creó melodías increíbles -salidas casi de la nada- con sólo una guitarra, como cuando tocó "Westound Train" (Photographs -2011). En otros temas, no tan lentos, nos fijamos en sus manos y se movían a la velocidad de la luz, casi inalcanzables para el ojo humano.  Ellis fue el culpable de traer a la imaginación de más de uno esos pequeños 'bultos' de ramas, propios de las películas del oeste, gracias a su estilo country-rock texano. Un ritmo que, al principio, parecía pausado pero que se transformaba en una canción movida, lo que hizo mover a más de uno. Ellis, con este concierto en la Sala Sol -y gracias a Heineken Music Selector- se ha ganado a más de un adepto a su música y su manera de transmitir.

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