Hoy se reúne el BCE. En esta ocasión la reunión no ha generado tantas expectativas como en anteriores encuentros. Quizá, en gran parte, sea debido a que en las últimas semanas las declaraciones de los miembros de la institución han sido muy escasas. Con ello, a diferencia de las últimas citas, no se ha generado “el ruido” previo. No se esperan novedades ni sorpresas. Ni siquiera aunque ayer el ministro de Economía alemán declarase que las políticas del BCE de imprimir dinero y reducir los tipos de interés para reactivar el crecimiento de la zona euro ha alcanzado el límite y que los gobiernos deben ayudar a la entidad mediante la inversión y no el ahorro. Mientras, en Reino Unido, las últimas encuestas muestran que el apoyo británico a permanecer en la UE va ganando terreno. Según fuentes bancarias, los reguladores financieros de Estados Unidos están exigiendo actualizaciones continuas a los bancos de Wall Street sobre sus planes de contingencia si Reino Unido vota a favor de abandonar la UE. Los escenarios analizados van desde cómo gestionarían sus operaciones en Londres en un ambiente de incertidumbre prolongada si los británicos dejan el bloque, a si podrían ofrecer aún servicios financieros en la Europa continental desde un Reino Unido ajeno a la UE. Al igual que los reguladores estadounidenses, el Banco de Inglaterra también está recabando información similar de bancos locales y extranjeros que operan en Londres.