La dismorfia muscular (DM) es un cuadro clínico que se conceptualiza por primera vez en los años noventa por el psiquiatra Harrison Pope y su equipo mientras realizaban una investigación sobre el uso de sustancias anabolizantes en usuarios de gimnasio. En ese primer momento las similitudes que encontraron los autores entre la sintomatología que observaron en los usuarios de gimnasio y los propios de los pacientes con anorexia nerviosa contribuyeron a que se denominará el cuadro clínico como anorexia inversa (i.e., 'reverse anorexia').
En estos casos, a diferencia de lo que sucede en la anorexia nerviosa, estas personas mantienen una "preocupación patológica de ser débil y no tener suficiente desarrollo muscular del cuerpo –aun teniéndolo– y que se manifiesta en la incapacidad de ver con exactitud el tamaño del propio cuerpo, con comportamientos obsesivos y negativos relacionados con la apariencia" (Baile, 2005, p.35).
A pesar de las similitudes con los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), unos años más tarde el equipo de Pope reconceptualizó el cuadro clínico denominándolo trastorno dismórfico muscular o dismorfia muscular, siendo este el término más adecuado para referirse a esta patología y es el que se recoge en la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). En este sentido, la dismorfia muscular se recoge como un subtipo del trastorno dismórfico corporal, que se encuadra a su vez dentro del espectro de los Trastornos Obsesivo Compulsivos, lo cual no está exento de controversia ya que un grupo creciente de investigadores aboga por una conceptualización de la dismorfia muscular dentro del espectro de los TCA.
En cuanto a los criterios diagnósticos, el grupo de Pope propuso inicialmente una serie de criterios que recogen los síntomas y definen el diagnóstico:
En nuestro país, Baile en el año 2005 recoge las manifestaciones psicopatológicas más relevantes y concretas del trastorno que no figuran en los criterios de Pope y el DSM-5 y que pueden ayudar a una comprensión más profunda del cuadro y sus síntomas:
La dismorfia muscular, al igual que los TCA es una patología compleja y multifactorial en la que no podemos hablar en ningún caso de relaciones causa-efecto. Debemos entenderla desde una perspectiva bio-psico-social. Sin embargo, sí se han detectado determinados factores de riesgo y de vulnerabilidad que maximizan las probabilidades de desarrollar esta patología.
Dentro de una vulnerabilidad genética compartida con otras patologías como el trastorno obsesivo-compulsivo, la presencia de una baja autoestima, insatisfacción corporal, interiorización del ideal estético mesomórfico, presencia de rasgos de personalidad obsesivos-compulsivos o narcisistas actuarían como factores de riesgo.
Sin embargo, es la propia conducta de alterar la conducta alimentaria o la pauta de actividad física lo que actúa como principal desencadenante del establecimiento del cuadro clínico, en algunos casos tras haber sufrido alguna experiencia vivida como traumática como burlas. De este modo el consumo de sustancias anabolizantes y las experiencias traumáticas relacionadas con el cuerpo actuarían como precipitantes, mientras que las conductas de evitación, los refuerzos positivos y un ambiente social favorecedor (i.e. subcultura del culturismo) actuarían como factores de mantenimiento de la patología.