No dio tiempo casi a tomar asiento cuando el burel inicial, con el que se lució De Justo en un quite por ajustadísimas chicuelinas, mostró en capote y banderillas sus problemas por el pitón izquierdo, por donde se quedaba corto. Ureña le enfrentó con decisión con la mano derecha, pero, claro en los de pecho el animal le amenazó hasta que le prendió y le buscó con saña en la arena durante unos instantes dramáticos que se hicieron eternos con el lorquino a merced de su enemigo.
Todo indicaba que estaba muy herido, pero por un increíble milagro laico, no era así, aunque sí llevaba un palizón. Con un derroche de testosterona, Ureña se echó la pañosa a la izquierda y le robó dos naturales con desmayo, siendo volteado de nuevo al entrar a matar. El público, en su mayoría blando y líquido como la sociedad actual, demandó la oreja que el presidente con buen criterio no concedió, ganándose una monumental bronca.
Ya el usía no aguantó la presión en el siguiente del lorquino en una labor de mayor nivel artístico que tras aguantar con estoicismo un par de parones cerró con una serie de redondos profundos. Pese a que un pinchazo precedió a una estocada, el usía sacó el moquero con demasiada generosidad. El último de un valentísimo Ureña no sólo le medía y miraba más que al engaño que a él desarrollando peligro, sino que gazapeaba e incluso llegó a voltearle de nuevo también sin consecuencias.
En la primera faena a su primero, que también se quedaba corto aunque con menos complicaciones, Emilio de Justo se permitió algún redondo con desmayo y unos naturales de frente aunque sin demasiada limpieza. El extremeño, muy molestado por el viento que arreció en su siguiente, anduvo voluntarioso pero muy al hilo del pitón sin acabar de centrase.
Menos ventajas se tomó en el que cerró tan interesante y emocionante festejo, un tiaco muy aplaudido de salida que, sin dejar de ser listo, humillaba mucho. Motivado el extremeño buscando un trofeo como su compañero, le recibió con arrebatadas verónicas y brilló de manera intermitente en redondos, naturales y sobre todo en los de pecho y los adornos finales, pero aquello ante el más encastado de los burles supo a poco y además marró a espadas.
Destacar por último que Felipe VII, que no es emérito como su padre, tuvo el mérito en estos tiempos tan blandos y líquidos de asistir desde una barrera del 9, donde recibió el brindis de los coletudos en su primer enemigo. Y donde le acompañó Miguel Iceta, ministro de Cultura, declarado antitaurino y que fue recibido con pitos a su llegada al coso antes de entrar, y el matador no en activo Paco Ojeda.
FICHA
Toros de VICTORNO MARTÍN, muy bien presentados, justos de fuerza, codiciosos y exigentes, con 6º encastado y 1º y 5º peligrosos. PACO UREÑA: ovación y petición tras aviso; oreja con algunas protestas tras aviso; silencio tras dos avisos. EMILIO DE JUSTO: ovación tras petición tras aviso; silencio tras aviso; palmas tras aviso. Plaza de Las Ventas, 4 de junio, 20ª de Feria y corrida de la Prensa. Lleno de 'no hay billetes' (22.964 espectadores, según la empresa).