Un voto que decide el porvenir

Sea cual fuese el resultado de la jornada electoral de hoy, la misma que ha tenido como antecedente una abrumadora campaña oficialista en busca de la aprobación del proyecto de Constitución, debemos estar conscientes de que en los últimos meses el Ecuador ha sufrido una inmensa rotura institucional y orgánica.

Se ha exacerbado el regionalismo, la lucha de clases y la desconfianza en las instituciones base de la democracia. A pasos agigantados se ha deteriorado la economía, confiados en que el sueño petrolero y los pocos ahorros que se lograron en años pasados sustenten el crecimiento desmesurado de gasto público, subsidios y salarios. Pero es hora de volver a la realidad. Por un lado, el pueblo tiene que meditar bien su voto y saber que con su decisión en las urnas el país de mañana tiene posibilidades de empezar a mejorar. Mientras que el Gobierno está obligado a rectificar, mirando a la gente ya no como objetivo electoral sino como la razón de ser de su gestión. Asimismo, el jefe de Estado tiene que sujetarse a las leyes y normas que la Constitución le impone.

Recuperar el optimismo, la paz entre hermanos y regiones, y reencontrarnos para trabajar todos juntos es otra tarea colectiva urgente.

Un día decisivo como hoy parece también propicio para reflexionar en que todos somos los artífices de nuestro destino. Y ratificar que rescatar la verdad, la honestidad y el respeto al pensamiento ajeno son valores fundamentales para la convivencia pacífica de un pueblo.