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Muere el guapo de la película

domingo 28 de septiembre de 2008, 14:52h
No ha sido ninguna sorpresa la muerte de Newman. Estaba anunciada desde hace semanas: el actor se retiró a morir a su casa, lejos de las frías paredes hospitalarias que ya no albergaban esperanza de vida alguna. Insistir en la belleza de Newman no es quitarle mérito a su trabajo como cineasta; todo lo contrario: encarna la justicia de conceder el don a quien sabe aprovecharlo.
Paul Newman es uno de esos venerados que no tienen que desaparecer para ser una leyenda. Newman muere y la leyenda sigue viva. Comenzó hace sesenta años a hacer sus pinitos en el teatro y pronto se pasó a la pantalla grande: 'El cáliz de plata', de Victor Saville, le sirvió para debutar, pero el boxeador Rocky Graziano fue quien le concedió su primer gran éxito con 'Marcado por el odio' (1956), de Robert Wise. 'La gata sobre el tejado de zinc' (1958), de Richard Brooks, fue otro buen golpe, en los inicios de su carrera, para grabar su talento.

En 'El zurdo' (1958), de Arthur Penn, representó a otro legendario, al pistolero del Oeste Billy el Niño, con el que recolectó satisfacciones profesionales, y con 'El largo y cálido verano'  ganó a su segunda esposa: Joan Woodward, con la que formó una pareja de cine, envidiada por su estabilidad a lo largo de cincuenta años, cosa poco vista en lares de amor de quita y pon. Antes estuvo casado con Jacky Witte, de la que se divorció en 1958.

Su aptitud para la interpretación  se engrandece con la cara bonita a la que simulaba no dar importancia. Nada es más irresistible que la conjugación de belleza y naturalidad. Pero Newman hace un buen papel: no se puede ignorar  las pasiones y los dólares que levantan sus ojos azules, su rostro simétrico, el cabello rizado, en definitiva la imagen de escultura griega en movimiento. Es uno de los pocos de Hollywood que no sustituyó el buen gusto por la fama: Newman no quiso sacrificarse por el sueño hollywoodiense de la eternidad joven, S. L. Las arrugas cuidadas le dieron más papeles que la tersa e inexpresiva cirugía que sólo resta intención a cualquier personaje.

Fue también un hombre preocupado por su entorno social y político: impulsó, en memoria de su hijo, la Fundación Scott Newman, para auxiliar y proteger a personas drogodependientes. Ha pertenecido a la Alianza para la Defensa del Medio Ambiente y en 1978 representó a su país ante la ONU en la Conferencia para el Desarme. En 1990 fue nombrado ‘padre del año’ por UNICEF y propuesto como candidato a gobernador de Connecticut por el congresista demócrata Benjamin de Zino. Además, creó campamentos gratuitos para que cada año 7.500 niños con enfermedades graves disfrutaran del verano.
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