La orquesta del 'Titanic'

En los primeros tiempos de la República, cuando una horda  de bárbaros acampaba a las puertas de la Urbe, el Senado no creyó necesario interrumpir sus sesiones. La fe en sus instituciones era la principal fuerza de Roma. Cosa parecida sucede entre nosotros: el día en el que la ola del desplome de Wall Street llega hasta Europa, en España, la noticia del crack coincide en los periódicos con la preocupación de una ministra  por los anuncios en los que los bonos del Tesoro se confunden con las croquetas. Somos de risa. Como de risa es que el mismo día en el que el presidente del Gobierno invita al líder de la oposición a reunirse con él en La Moncloa para analizar la tenebrosa situación económica, su contramaestre en el PSOE, el ciudadano José Blanco, le atice en la cresta a Rajoy  llamándole demagogo.

Vamos por el buen camino; el camino de la "Champions League" al que se refirió Zapatero la semana pasada en Nueva York cuando ante una reunión de tiburones de Wall Street presumió del músculo de la economía española adornando la charla con un pellizco de monja a sus amigos Sarkozy y Berlusconi. Pellizco que el presidente de Francia le ha devuelto en forma de bofetada excluyendo a España de la reunión a la que ha convocado a los países más avanzados de Europa para  "refundar el capitalismo sobre bases éticas". Donde las dan las toman. La pena es que mientras de la mano de la señora Aído profundizamos en los caminos de ése reino de modernidad que supone distinguir entre "miembros y miembras" o "sexamos" los anuncios y las croquetas, en la calle cunde el pánico por el tsunami  financiero que se nos viene encima.

Tengo para mí que este Gobierno cada vez se parece más a la orquesta del "Titanic": sigue tocando a la espera de que la tempestad amaine.