Tirso de Molina: una ruina anunciada

La reforma de la plaza de Tirso de Molina, llevada a cabo hace dos años, fue puesta por el Alcalde de Madrid como ejemplo de actuación recuperadora del Centro. El ejemplo hoy no puede ser más desesperanzador: la plaza se arruina a pasos agigantados sin que el Ayuntamiento haga nada para remediarlo. Los bancos de piedra –de diseño, por supuesto- están siendo arrancados porque se utilizan para cualquier cosa menos para sentarse.

Además como se diseñaron en blanco -¡medida inteligente!- aparecen llenos de mugre. Los kioscos para la venta de flores –de diseño ¡faltaría más!- están completamente destrozados por las pintadas y los carteles que se pegan en ellos, aportando una imagen extra de suciedad a la plaza. Los parterres de flores se utilizan como asientos o como tumbonas, así que los macizos aparecen permanentemente aplastados, cuando no esquilmados.

Una de las fuentes se convirtió pocas semanas después de la obra en un aparcamiento para motos, en plena acera, frente al teatro Nuevo Apolo. La otra tiene la mitad de los surtidores estropeados. Algunos de los pasillos entre macizos se utilizan como urinario público, por lo que el hedor resulta insoportable. Hasta el monumento a Tirso muestra pintadas.

La zona de iglus para reciclaje se ha convertido en un basurero a cielo abierto para cualquier tipo de desperdicio. Esto por lo que se refiere al estado físico de la plaza, de ese ejemplo de recuperación urbanística. El paisaje humano es harina de otro costal, pero no desentona con la imagen de ruina de la plaza.