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Un parque por descubrir

lunes 06 de octubre de 2008, 17:30h
Enclavado en el sur del Madrid, el Parque Lineal del Manzanares es mucho más que una zona verde de barrio. Su elegante diseño, que conjuga arquitectura y naturaleza, lo convierte en un lugar por descubrir.
El Manzanares ya libre de su cajón de cemento discurre casi irreconocible para gran parte de los habitantes de la capital por el Parque Lineal que lleva su nombre. Sorprende ver el río en su trazado natural y rodeado de un frondoso bosque de ribera, así como cruzarlo por un puente de madera tan diferente a los que lo salvan en la ciudad.

El río es el eje que vertebra el Parque Lineal del Manzanares, un lugar situado entre Vallecas y San Fermín, y que muchos conocen por el gran cartel con su nombre que se ve desde el coche o el tren en dirección a Levante sobre una difusa mancha verde.

Así, desde lo lejos parece un parque más pero nada más lejos de la realidad. Es un parque con un diseño cuidado hasta el detalle y realizado con materiales nobles. El creador fue Ricardo Bofill, ganador del concurso convocado por el Ayuntamiento para dar vida a 35 hectáreas de esta zona del sur de la capital que no hace tanto tiempo se usaba como vertedero de inertes.

Aunque las praderas abundan en el parque, no pretende ser una copia de paisajes naturales, pues hay mucha presencia de elementos constructivos y disposiciones geométricas de los árboles. "Es una combinación de lo natural y lo arquitectónico", señala el director general de Patrimonio Verde del Ayuntamiento, Federico Sepúlveda.

Junto al río como elemento de ordenación, también el paseo de los Sentidos, con sus hileras de plátanos de sombra, vertebra el parque. Una serie de caminos de madera delimitados por cipreses lo cruzan y van a dar hasta una pérgola de obra que recibe a los visitantes que acceden al recinto desde el camino de Perales.

Los plátanos, los cipreses, los tilos y los olivos son las especies más representativas del parque, junto al bosque de ribera que rodea al Manzanares. El contraste entre la vegetación natural y las alineaciones de los árboles del jardín puede apreciarse con claridad desde las diferentes atalayas que conforman este espacio verde.

En la cima de una de ellas descansa la ya famosa Dama del Manzanares, esculpida por Manolo Valdés. Desde este mirador, al que se accede por una escalinata que alterna madera y pradera natural, puede verse el skyline del sur de Madrid coronado por las cúpulas y los edificios más emblemáticos de la ciudad vieja. Otro de los altos del parque, para los que se aprovechó la orografía del terreno, condicionada por los escombros que se depositaban en la zona, hace de auditorio al aire libre. Y un tercero es una montaña con pequeños pinos por el momento.

Como los pinos de esta loma, el resto de las especies aún no han terminado de desarrollarse. Tan sólo hace cinco años que se inauguró y los parques necesitan al menos diez para ser declarados mayores de edad, explica el director de Patrimonio Verde. Un tiempo durante el cual el mantenimiento siempre es más intenso, pues no todas las especies responden igual y necesitan cuidados especiales e incluso pueden llegar a sustituirse, comentan las responsables del parque.

Además de joven, el parque está incompleto por el momento. Está previsto que llegue a ocupar 200 hectáreas a lo largo del río, aunque no se conocen plazos concretos, y que albergue más pistas deportivas y dotaciones de las que tiene ahora.

Aunque es un parque de barrio por su ubicación alejada del centro, el director general de Patrimonio Verde lo califica como "de lujo", y anima a todos los madrileños a que lo visiten, pues es uno de los "parques más impresionantes de la ciudad y, a la vez, desconocido".
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