La crisis de los ricos solidarios

Salía yo la otra noche de una cena y una mujer, no mal vestida pero con mal careto por aquello de la droga, me pidió 50 céntimos.

Le dí algo más pero me quedé con la idea de que la sensación de crisis global  (para ellos la verdadera crisis la  padecen desde siempre) ha llegado incluso a los que piden en la calle.

Ya no te miran con mala cara si les das menos de lo que esperan, porque entienden que todos estamos algo más chungos en esto del money, simplemente rebajan su caché de pobres para adecuarse a la circunstancia del rico venido a menos.

No sé si los veintidós de Washintong han tenido esa misma sensación, pero me malicio que de aquí al mes de marzo del 2009 que se celebrará la Cumbre de Londres, ninguno de ellos ni los de su séquito van a actuar como la mujer que me pidió la otra noche 50 céntimos: a ellos les basta con reflexionar, dar consejos, hacer informes, incluso aprobar decretos o leyes, pero ni de coña se les ocurrirá  practicar una política más austera para sí mismos.

En los presupuestos para el 2009  que se están debatiendo estos días en el Congreso se ha aprobado un incremento de un cuatro por ciento en la asignación de los partidos políticos y han votado a favor el PSOE, el PP, Izquierda Unida y todos los demás. Referirme al incremento de otros gastos  sería aburrido, largo y sobre todo deprimente porque nos haría pensar que una mezcla de insensibilidad, desvergüenza, cinismo e incoherencia inspiran la conducta de aquellos en quienes deberíamos confiar. Y para que no penséis que sólo ocurre esto entre los políticos, apunto el nombre un golfo con pedigree. Se trata de un roquero británico, más conocido como activista profesional, llamado Bob Geldof, que ha cobrado 100.000 dólares por dar un discurso contra la pobreza en el tercer mundo.

Yo, aunque sea poco, seguiré dándole algo a la gente que me lo pida por la calle que es la forma más directa de ayudar al necesitado, porque si esperamos a que lo hagan los que se dedican profesionalmente a esta tarea mucho me temo que definitivamente ha llegado el tiempo de ir de culo.