¿Quién será el ministro?

Rafael Correa ha designado a Diego Borja nuevo ministro de Coordinación de la Política Económica. Borja, quien apoyó a la mayoría gobiernista en la Asamblea Constituyente y, posteriormente, en el Congresillo, se dio a conocer cuando se desempeñó como Ministro de Economía en la tristemente recordada administración de Alfredo Palacio. Sin embargo, antes de ocupar altos cargos públicos, Borja fue representante de un importante gremio empresarial (término que en el Gobierno actual suena a mala palabra): el de los floricultores.

Es muy difícil reconocer en el actual Diego Borja, intransigente y demagógico, a quien se desempeñara como Presidente Ejecutivo de Expoflores. De hecho, no fue hace mucho tiempo cuando Borja defendía con entusiasmo la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (acuerdo que Rafael Correa tiró “al basurero de la historia”) y cuando, con argumentos mucho más sólidos que el trillado discurso que ahora maneja, consideraba conveniente negociar un nuevo contrato con la OXY antes de que esta empresa fuera expulsada.
 
Lamentablemente, acaso con el poco noble propósito de hacerse un nombre en la escena política a cualquier precio, Borja alteró radicalmente sus posiciones desde que llegó al Ministerio de Economía, al punto de haber propuesto la modificación unilateral de los contratos con las empresas petroleras, medida que terminó costando el TLC que, poco antes, él mismo defendía.

De modo que ahora que Borja ha vuelto a ocupar un alto cargo dentro del Ejecutivo, habrá que esperar un tiempo para saber quién se desempeñará como ministro: el Borja que no ha tenido recelo en defender varias de las propuestas más irresponsables del régimen o, tal vez, el representante de un dinámico sector productivo que parecía entender la importancia de la iniciativa privada en la economía y la necesidad de estrechar las relaciones con nuestros verdaderos socios comerciales. Ojalá fuera este último. Y aunque me temo que esperar eso es una ingenuidad, bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde.

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