El coro Música Viva despide la Navidad

Las fiestas pascuales tuvieron anoche un colofón precioso en la Iglesia San Felipe Neri, la más antigua de la ciudad de Panamá.  El coro Música Viva ofreció un recital en este recinto de 320 años de antigüedad, ricamente restaurado, y por razones eclesiásticas reservado para oficios obispales y arzobispales.

El concierto coral contó con un repertorio variado y bien conocido, que incluyó piezas clásicas y villancicos populares, todos ejecutados con maestría y en un ámbito acústico casi perfecto.  El espacio está diseñado para que el coro cante en la parte de atrás de la iglesia, “para que la música celestial nos sorprenda y cautive desde atrás”, como explicó el maestro Jorge Ledezma Bradley, por lo que al hacerlo desde el altar el sonido tiene otras conductas acústicas.

Todo el repertorio clásico estuvo hermosamente dirigido y cantado.  Piezas de Schubert, Tomás Luis de Victoria, Mendelssohn, Watts, Praetorius, Zarnacks y Häendel formaron una primera parte exquisita y memorable por las memorias timbradas en esta época navideña.

Después, para un cierre más popular y como recordatorio de los años de la infancia, llegaron los villancicos a tañer esas memorias de las nochebuenas vividas cuando la ciudad era un escenario para la convivencia, y por un momento el auditorio pareció revivir los aires de la ciudad buena y afable.

No podía faltar Noche de Paz, perfectamente entonada y vocalizada, con sus notas célebres e inolvidables para despedir los días de Navidad y celebrar el de Reyes.

Pero el cierre fue en sí un espectáculo musical capaz de asumir solo la responsabilidad de la maravillosa noche de paz y armonía polifónica.  El Aleluya del Mesías de Georg Friedrich Andel, perfectamente dirigido, cantado como por un coro de ángeles y causante de varias niñas de los ojos humedecidas y corazones con pálpitos acompasados y conciliados en esta hermosa noche coral de Música Viva.